José Riaza, cantautor hispano, conquistado por México

AutorRoberto Ponce

La cumbia del coronavirus" se lanza como parte del álbum Cleptomanías I de José Riaza, filmado por este cantautor y filántropo madrileño en el Parque de los Venados de la capital mexicana, con Bandaloz y la vocalista tapatía Paloma del Río.

"No tengo otra cosa en la vida -dice Riaza, quien radicó varios años en Guadalajara-, soy un enamorado del oficio musical y aprendí desde muy niño a comunicarme a través de las canciones. Mi género es la emoción."

Si quieres bailar conmigo, no traigas coronavirus... (ver https://youtu.be/ SVMr594ffq0).

Nacido el 1 de mayo de 1978 en el municipio de Vallecas, Riaza comenzó a tocar en la estación del metro del barrio de Lavapiés -que inmortalizó Agustín Lara en el chotis "Madrid"-; es colaborador activo del hospital infantil CRIT, y sus piezas abordan siempre un asunto social: En 2005 compuso "Niño siempre niño (Don Quijote en su delirio)", invitación a los chavitos para leer la novela de Cervantes Saavedra por iniciativa del museo Trompo Mágico, interpretando el tema a dúo con Jaramar Soto. En 2008, con su conjunto Tragicomi-K y apoyado por Greenpeace, grabó "El puente de Juanacatlán", contra la contaminación del Río Grande de Santiago, entre Jalisco y Nayarit. Tras los sismos de 2017 participó en brigadas prodamnificados. Sobre Cleptomanías I, dice a Proceso:

En 2019 yo estaba preparando un libro y disco que se llamaba Llanto de sirenas. Hablaban de la posición de un hombre feminista frente a los problemas que ocurren en la sociedad, y se me hacía importante pues en la transformación pendiente que nos falta, aparte de la revolución ecológica, está la de las mujeres. Es un tema que me toca mucho por todos los atropellos a la mujer en tantos sentidos. Había preparado aquel trabajo pero me faltaron recursos para concluirlo y me embarqué en estas primeras Cleptomanías.

De cualquier modo, en Cleptomanías I la mujer está presente, añade:

"Cuando uno está consciente del privilegio de ser hombre, blanco además, y venir de una familia de clase media como yo, me doy cuenta de que existe un sector desfavorecido y violentado como el femenino, por lo cual eso te toca el corazón irremediablemente. No puedo voltear la cabeza a otro lado y disfrutar nada más de este privilegio llevando una vida afortunada sin más, porque estoy obligado a apuntar con el dedo los problemas de las mujeres, ser un cronista social y un poeta a veces disruptivo, porque es el lado más amable del arte, tocar corazones para cambiar el mundo...

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