Nosotros los jotos / Violación con agua bendita

A los 15 años, Erika Venadero Moreno no entendía por qué se "emocionaba" cuando veía a "Jaqueline" y no al estar frente a "Jonathan".

Kika, como le dicen de cariño, no tenía con quien resolver sus dudas al respecto porque sus padres, Elvira y Reyes, pasaban la mayor parte del día trabajando, mientras ella estaba bajo el cuidado de su abuela, "que tenía muchos prejuicios". Platicó con sus primos, pero eran casi de su edad y no supieron orientarla.

Asidua a la parroquia del Señor de la Ascensión, en los límites entre Guadalajara y Zapopan, la adolescente compartió su inquietud con el diácono que le impartía catecismo. Hoy solo recuerda que se llamaba Francisco.

"Todo mundo confiaba en Pancho", aseguró Kika. "Él me llevó un folleto con frases como 'Nueva vida' y 'Conoce a Cristo', y me dijo 'En este lugar te van a resolver todas tus dudas, yo ya pagué, tú solo tienes que ir, si necesitas que hable con tu mamá, yo hablo con ella'".

Doña Elvira dijo que si su hija quería ir a ese "retiro", estaba bien. Pancho pasó por ella un viernes en la tarde y la llevó al sitio donde hoy está el Macrobús tapatío de San Juan de Dios. Ahí una camioneta la pasó a recoger junto con otros cinco varones, todos menores de edad. Esperaron a que oscureciera para partir, y Kika sabe que lo hicieron con la intención de que no vieran adonde se dirigirían.

"Fueron dos hombres los que llegaron, se presentaron muy bien y nos dijeron que íbamos a tener una experiencia magnífica. Obviamente lo creímos. Pancho me aseguró que regresaría ahí el domingo para recogerme.

"Fueron tres o cuatro horas de camino, y cuando llegamos al lugar pasó una dinámica muy extraña: dijeron 'Si traes una revista, entréganosla y te damos tanto dinero'. Se quedaron con todas las cosas: la revista juvenil que yo llevaba, un cuaderno para colorear, un celular pequeño, como cacahuatito, y la ropa. No nos dejaron bañar ni cambiarnos en el fin de semana.

"Nos separaron por problemáticas: los chicos que se habían drogado en algún momento, los que habían tomado y se trataron de suicidar, y a un niño de 11 años y a mí, que nos mandaron a la cabaña más alejada.

"El primer día no hicimos casi nada, no sé si los demás hicieron algo, pero a nosotros no nos llamaron para nada. El niño con el que estaba bailaba muy bien, y yo lo estaba acompañando mientras bailaba. En eso llegaron los demás chicos con sobras de comida. Nos sé si a ellos sí les dieron de comer, pero a nosotros no. Y cuando llegaron nos...

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