Nosotros los jotos / Woof, arff, auuu

Se considera mestizo, una cruza entre afgano (por su delgada y elegante figura) y xoloescuincle (por mexicano y lampiño). David Sánchez Sánchez me recibió casi con fiestas, al mediodía del viernes, enfundado en un traje de látex, botas rudas, arnés en el pecho, esposas y grilletes de castigo confeccionadas por él mismo y, al cuello y también de su creación, un collar tachonado de picos del que colgaba una plaquita con su nombre de perro: Maxxx.

Durante casi tres horas platicamos al nivel del plato de croquetas, sentados sobre cobertores doblados en el piso del departamento desnudo de muebles que comparte con su amiga Acacia, una hermosa joven que le enseñó a soportar el dolor.

El tema de conversación me tenía fascinado a pesar de la incomodidad para tomar notas: los "animales humanos" como un juego de roles y dominación, una vertiente de las fantasías sexuales que es capaz de crear nuestro -¿evolucionado?- cerebro de homo sapiens.

Un can no habla, pero Maxxx me explicaba con paciencia que dentro de la "onda fetichista de la humillación", una de las opciones más lúdicas es la de ser tratado como un perro y, a una orden, responder sumisamente "woof, woof".

"Hay ponys, que pueden ser muy vistosos, zorros, gatos y hasta pájaros enjaulados, pero los perros somos más amaestrables, todo depende cómo lleves la relación con tu amo", me ilustró abriendo sus grandes ojos, como de cachorro.

Sentado en cuclillas, con la espalda muy recta y la melena larga, justo de afgano bien cepillado, la actitud de Maxxx evocaba la típica de los fieles compañeros atentos a su interlocutor. Esta postura se hizo perfecta cuando, para las fotos, se colocó los guantes y la máscara perruna cortada y remachada por sus perfeccionistas manos humanas. El remate maestro fue la cola flexible, que delante de mí se insertó en el ano: "¡Es lo más divertido de ser perro!"

¿Cómo el menor de tres hijos, nacido en la Ciudad de México el 29 de diciembre de 1987, un niño sobreprotegido y "ñoño" al que vestían de marinerito en la infancia, se convirtió en un mastín alfa, encantador pero fascinado por los calabozos, la imagen de la sangre, los vampiros, calaveras y demonios?

Fue por influencia de su hermana mayor, Claudia, una adolescente "estrafalaria" que le lleva una década: "Cuando yo tenía 6 años veía cómo se arreglaba para salir con sus amigos punks; era rebelde, tenía perforaciones y tatuajes, se paraba el pelo para hacerse la mohicana, boleaba sus botas, les ponía gasolina y luego...

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