...Y todos somos Juárez, gran negocio

AutorMarcela Turati

CIUDAD JUÁREZ, CHIH.- Dos adolescentes recorren el Centro de Desarrollo Comunitario Granjas de Chapultepec preguntando si ese día habrá clases de batería porque, dicen, el maestro no llega. Éste no es un centro como los que la Presidencia publicita en televisión, con arquitectura moderna, alberca o canchas deportivas, aunque el nuevo gimnasio de box, los vestidores y el salón de usos múltiples son un lujo en esta colonia que estrena banquetas. Los muchachos suelen pasar en él las tardes dos días a la semana.

"Nos aburríamos y necesitábamos despertar nuestro lado creativo y musical y vinimos a preguntar y ya nos metimos a clases de guitarra y percusión. Nos interesa meternos a mantenimiento computacional e inglés", dice Érik Corral, de 14 años, estudiante de segundo de secundaria. Su amigo Juan Manuel Márquez, quien dejó inconclusa la primaria, dice que aprovecharía más horas el espacio si estuviera mejor equipado. "Venimos cinco a estudiar batería y no-más hay una para todos", lamenta.

Colgadas en el alambrado que rodea el centro, unas mantas de plástico anuncian a los vecinos las oportunidades de aprendizaje: las clases de kick boxing, box, decoración de pasteles, computación, corte y confección, belleza, taekwondo o inglés, que pueden tomar por 50 pesos. Patricia López, la encargada del centro, explica que las clases gratuitas, las del programa Habitat, están suspendidas por un tiempo.

El día que la reportera visitó el centro tampoco hubo desayunos escolares, porque éstos funcionan sólo con el ciclo de la SEP. Unos albañiles trabajan en la remodelación del inmueble.

La inversión en los Centros de Desarrollo Comunitario (CDC) fue una de las respuestas del gobierno a la crisis de violencia vivida en esta ciudad después de la masacre de 15 estudiantes en Villas de Salvár-car en 2010 y de que la obrera Luz María Dávila, madre de dos de los asesinados, le reclamó al presidente Calderón en un acto público las consecuencias de su guerra.

En el plan de contingencia orquestado por la Presidencia, la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) se encargó de la restauración del tejido social y el combate a la pobreza. El modelo a seguir eran los centros culturales construidos en los barrios más pobres de la ciudad colombiana de Medellín.

Dos años después, en su última visita a esta ciudad, Calderón recorrió Villas de Salvárcar, donde disfrutó conciertos infantiles en un teatro al aire libre, torneos deportivos en las majestuosas canchas, e inauguró una moderna biblioteca equipada con computadoras. Parecía un milagro.

Pero el milagro esconde sus miserias, como constató Proceso en una investigación en la que encontró costos inñados, ocultamiento de información sobre licitaciones, acciones sin supervisión y descontinuadas. Todas en el programa Habitat, dirigido por María Eugenia González

Alcocer, de familia panista de abolengo.

La investigación incluyó solicitudes de información pública, recorridos por los centros, entrevistas a involucrados y documentos de la Sedesol.

En una primera consulta, luchadores sociales juarenses habían manifestado a Proceso críticas a la intervención federal. El sociólogo Hugo Almada, de la Mesa de Seguridad, dijo que los programas de la Sedesol se diseñaron desde el centralismo defeño, sin consultar prioridades locales. De la Mesa de Infancia, Catalina Castillo objetó que se invirtió mucho en cemento y viáticos de funcionarios y poco en restauración del tejido social y fortalecimiento de organizaciones locales.

El visitador de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, Gustavo de la Rosa, dijo que el PRI terminó...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR