La laicidad en peligro

AutorMarta Lamas

La semana pasada aquí, en Proceso, Rodrigo Vera analizó la presencia de las iglesias evangélicas en México, en especial, el activismo político tanto de Hugo Eric Flores Cervantes, el líder evangélico del PES, como del pastor Arturo Farela. Coincido con Vera en que el Estado laico está "bajo acecho". Si bien en México hemos tenido mucho intervencionismo de la Iglesia católica en la política, nunca había sido así de abierto como lo es ahora con los evangélicos, que además cuentan con el beneplácito del presidente. ¿Cuál es el problema, preguntarán algunas personas, dado que estos creyentes quieren "hacer el bien"?

Retomo parte de la explicación que dio la magistrada Janine Otálora del TEPJF, la única que votó en contra de aceptar el registro del PES:

La prohibición a las y los ministros de culto de participar en la arena pública a través de los partidos políticos garantiza el respeto al principio de laicidad, pues con ello se asegura que no se utilice a estas entidades de interés público para imponer creencias religiosas desde los cargos de elección popular. Si se abriera la posibilidad para su participación, entonces se estaría reconociendo la validez de las razones fundadas en ideas y principios religiosos como parte de las justificaciones aceptables para el ejercicio del poder público, lo que atentaría contra la libertad de creencia y la independencia ética de aquellas personas que no compartan los mismos valores y formas de vida que tienen su origen en sistemas éticos fundados en la religión.

¿Cuáles son los valores de los evangélicos? Tradicionalmente las iglesias evangélicas comparten los dogmas patriarcales del Vaticano respecto a la sexualidad y la procreación. Y así como los sacerdotes y obispos católicos condenan el uso de anticonceptivos, la educación sexual, la interrupción de un embarazo y la homosexualidad, de igual manera lo hacen sus pastores. A lo largo del tiempo hemos visto cómo ciertas decisiones políticas que les molestan a los obispos o de las que discrepan han provocado campañas en contra, no sólo desde los púlpitos y confesionarios, sino también desde los medios de comunicación masiva, pues con sus estrechas relaciones con grandes empresarios y dueños de cadenas televisivas, periódicos y radiodifusoras, los funcionarios del Vaticano han aprovechado el peso simbólico que tiene la cultura judeocristiana. Dudo que los evangélicos, que...

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