Larga historia del espionaje oficial

AutorJenaro Villamil

Qué, nadie me va a preguntar si tengo novia, o qué? ¿No hay reporteros de espectáculos aquí? -preguntó Enrique Peña Nieto la mañana del 11 de abril de 2007 a un grupo de 10 periodistas. El entonces gobernador del Estado de México sorprendió a los reporteros y también a su jefe de Comunicación, David López. Reciente aún la muerte de su esposa, Mónica Pretelini, los rumores sobre sus romances eran una constante.

Una reportera de Milenio Diario le recordó que ellos iban a reportear sus actividades públicas y su trabajo como gobernador, no su vida privada.

-¿Es que nadie me va a preguntar si es cierto que salgo con Galilea Montijo? -insistió Peña Nieto.

Finalmente le preguntaron lo que quería. El gobernador mexiquense contestó que no andaba con la conductora de Televisa, porque era "muy exuberante" para su gusto.

No fue la única vez que el mandatario estatal mezclaba lo público con lo privado, la farándula con la política. Antes de dar la "exclusiva" de su noviazgo con Angélica Rivera, en noviembre de 2008, en entrevista con Katia D'Artigues y Sabina Berman, en el programa televisivo Shalalá, se lo confió a las reporteras que cubrían sus actividades.

Y no faltaba que él les preguntara: "¿Y qué dicen por ahí de mí?".

Una constante de su gobierno estatal, pero también de su sistema de vigilancia, fue mezclar a periodistas con políticos, a empresarios con activistas sociales, a integrantes de su propio gabinete, a adversarios políticos dentro del PRI y en otros partidos, y también a conductores, actores y actrices de Televisa.

Quería formar parte de ese mundo de la farándula. Y Televisa lo apoyó también en sus labores de espionaje, mediante los servicios de Alejandro Quintero, entonces vicepresidente de Comercialización de la televisora, quien ahora ha vuelto a trabajar para Peña Nieto pero en el entorno de Los Pinos.

A través de una red de empresas y "consultoras", como TV Promo, Zimat y Radar Servicios Especializados, no sólo lo asesoraban en asuntos de marketing político, sino también de espionaje. Una de sus operadoras fue Yessica de Lamadrid, quien posteriormente trabajó para Eduardo Medina Mora en el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen).

Uno de los temas que más le preocupaban, confía a Proceso un reportero que cubrió las actividades de Peña Nieto como gobernador, era el de su hijo fuera del matrimonio con Maritza Díaz Hernández, quien colaboró con el gobierno de Arturo Montiel. "Era el gran secreto", afirma.

Díaz Hernández acudió a mediados de 2009 a Proceso porque se sentía espiada y fue amenazada vía telefónica por Angélica Rivera, la actriz de Televisa contratada para la promoción de los spots del gobierno del Estado de México y que se convirtió entonces en la novia oficial del mandatario.

El 4 de marzo de 2012, en vísperas del inicio de la campaña presidencial, Díaz Hernández rompió el silencio y contraatacó. Subió un mensaje en su red social de Facebook:

"EPN se reunió con Joe Biden (vicepresidente de Estados Unidos en ese momento). Ojalá le hayas comentado el asunto...

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