"Latidos", de Cecilia Appleton

AutorKarina Terán

Mientras, en la parte superior del escenario, de manera flotante, la imagen de una sustancia oscura sin forma (como una tinta), ambigua pero constantemente móvil, se proyectaba en una pantalla grandísima rectangular, angosta y larga, que abarcaba de pierna a pierna la boca-escena del teatro.

Aquel personaje principal -caracterizado por Manuel Márquez- se encontraba en el bardo del imaginario de Appleton, compuesto de capullos y líquido, donde un hombre-deidad a modo de espectro lo acompañaba durante dicha transición lenta.

Este segundo personaje (realizado por Yseye Appleton), antagonista de la narración, provoca fuertes referencias mitológicas sobre el intervalo entre la vida y la muerte.

Por ejemplo, en la cosmogonía mexica, el xoloitzcuintle (perro calvo de raza mexicana) es la compañía del espíritu en su largo viaje al inframundo llamado Mictlán; era un enviado de Xólotl, Dios del ocaso, como en la mitología griega Caronte es el guía en la barca de las sombras errantes.

También, en el bardo de la coreógrafa, las almas salidas de los capullos bailan conformando la negrura melancólica, y desde esta lejanía gritan nombres comunes (Luis, Carlos) -interpretadas por Edna Arcos, Leonardo Díaz, Patricia Hernández, Luis Neri, Carlos Ramírez, Mariana Rosales y Rosa Villanueva-. Su atmósfera integra la sonoridad de ecos, rasgados y gritos. Finalmente, el hombre es envuelto con su crisálida para renacer.

Appleton...

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