Legitimidad en vilo

AutorHéctor Tajonar

La barbarie de Ayotzinapa ha provocado una solidaridad social pocas veces vista en nuestra historia reciente, expresada en un repudio generalizado no sólo a la desaparición de 43 estudiantes, sino al sistema de corrupción impune que la produjo. Por tanto, la exigencia nacional no se reduce al esclarecimiento de ese oprobioso suceso, sino que incluye el imperativo de poner fin a la inocultable podredumbre que ha invadido a la estructura política y ética del Estado.

Para convencer a una sociedad agraviada por los estragos del mal gobierno sería deseable que el presidente Peña Nieto abandonara el papel protagónico de una telenovela política inverosímil y ofensiva para asumir cabalmente su responsabilidad como jefe del Estado mexicano, acorde con su oferta de campaña de ejercer una presidencia democrática.

La primera condición para hacer frente a la delicada coyuntura que enfrenta el país es valorar la gravedad de la situación para poder transformarla con inteligencia y visión de Estado. El gobierno federal debiera asumir la responsabilidad que le corresponde frente a la violencia y la corrupción prevalecientes, y comprometerse a tomar las medidas necesarias para realizar una renovación de fondo que garantice la instauración del imperio de la ley y el fin del imperio de la impunidad. Es preciso reconocer que la carencia de un verdadero estado de derecho es la causa de los principales males que aquejan al país.

La reacción frente a la embarazosa situación de la Casa Blanca de Las Lomas no resultó convincente y sí, en cambio, dejó entrever un tono intimi-datorio evocador de los aciagos tiempos del diazordacismo. La puesta en escena de la primera dama omitió dos temas esenciales: el conflicto de intereses surgido de la relación del presidente y de su esposa con el Grupo Higa, y la obligación del mandatario de incluir los bienes de su cónyuge en su declaración patrimonial. A pesar de la opacidad del caso, la decisión de vender la residencia podría interpretarse como un mea culpa implícito. Para recuperar la credibilidad es necesario predicar con el ejemplo.

La olvidada oferta de campaña de combate a la corrupción debe volverse prioridad de Peña Nieto, como condición para restaurar la confianza de la sociedad y permitir que las reformas estructurales se traduzcan en crecimiento económico y aumento de la productividad en beneficio de la ciudadanía.

El primer paso para lograr la legitimidad del gobierno es garantizar que la corrupción a gran escala...

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