Con Lempicka y Laurencin, vuelve el París de "los años locos"

AutorAnne Marie Mergier

PARÍS.- Extraña coincidencia, dos museos parisinos presentan al mismo tiempo las obras de sendas figuras emblemáticas de "los años locos": El museo Marmottan-Monet acoge a Marie Laurencin (21 de febrero-30 de junio), mientras que la Pinacoteca celebra a Tamara de Lempicka (18 de abril-8 de septiembre).

Hacía más de medio siglo que estas pintoras -venerada en Japón en el caso de Marie, o adulada por Jack Nicholson, Madonna y Barbra Streisand en el de Tamara- habían dejado de interesar a las instituciones culturales francesas. De hecho la exposición de los lienzos y dibujos de Laurencin es la primera organizada desde su fallecimiento en 1956, y la última retrospectiva dedicada a Lempicka en esta ciudad se remonta a 1972.

Ambas artistas no pertenecían a la misma generación: Marie, nacida en 1883, ya lucía en Montparnase cuando Tamara se lanzó a la conquista de la fama sólo dos años después de su llegada a la Ciudad Luz en 1920.

Las dos, sin embargo, destacaron por su atrevida libertad. Vivieron abiertamente tórridas aventuras extraconyugales, tanto hetero como homosexualmente, y plasmaron pasiones lésbicas en sus obras; con estilo delicado y tonos pasteles en el caso de Marie, en forma explosiva y colores vehementes en el de Tamara.

Manifestaron la misma intrepidez para imponerse como pintoras en un medio que por ser bohemio y vanguardista no dejaba de ser machista.

Tenían otro punto en común: Su fascinación por el lujo, la vida mundana, la alta sociedad, la aristocracia europea y el mundo de las finanzas internacionales. Desplegaron su arte consumido de la seducción -Marie con aparente ingenuidad, Tamara con aplomo de mujer fatal al estilo de Greta Garbo- para convertirse en cotizadas retratistas del jet set de esos "años locos" en los que toda la élite europea se complacía en bailar al borde del abismo.

Al igual que sus congéneres adinerados de los años veinte, Laurencin y Lempicka buscaban olvidar la hecatombe de la Primera Guerra Mundial y fingían ignorar las señales inquietantes que anunciaban el crack bursátil de 1929, el ascenso al poder de Benito Mussolini y Adolfo Hitler, la Guerra Civil Española, el nazismo y la nueva hecatombe de la Segunda Guerra Mundial.

Existe una última similitud entre las dos pintoras: Si bien, en su hora de gloria, fueron celebradas como artistas de primer plano, hoy los críticos e historiadores de arte se muestran muy cautelosos respecto del papel que jugaron en la historia de arte del siglo XX.

En realidad, más que grandes artistas, Marie de Laurencin y sobre todo Tamara de Lempicka fueron glamorosos símbolos del vértigo modernista del periodo de "entre guerras": Emancipación de la mujer, desarrollo del arte cinematográfico y fotográfico, aparición del psicoanálisis, efervescencia artística del cubismo o del surrealismo...

"Baronesa con Pincel"

Basta recorrer los salones de la Pinacoteca de París donde se exhibe un centenar de cuadros y dibujos de Tamara de Lempicka, entre los que figuran algunas de sus obras más conocidas -Su tristeza, El doble 47, La túnica rosada o La bella Rafaëla- para percibir los límites de la creación de la Baronesa con Pincel.

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