Licencia para matar

AutorDenise Dresser

Porque las implicaciones de su vehemente oposición –tanto a la consulta ciudadana como a la alianza electoral en territorio mexiquense– evidencian una actitud alarmante. Una posición preocupante. Una táctica de corto plazo que producirá daños de largo plazo. Con tal de evitar el crecimiento de Marcelo Ebrard, AMLO está dispuesto a asegurar el fortalecimiento de Peña Nieto. Con tal de erigirse como el “único candidato capaz de salvar a México”, AMLO está dispuesto a franquearle el paso al PRI. Antes que darle la oportunidad a la izquierda de ganar, López Obrador prefiere controlarla aunque acabe perdiendo votos. Antes que ser congruente con las alianzas que apoyó en lugares como Oaxaca, López Obrador está dispuesto a denostarlas si de meter el pie a sus adversarios en su propio partido se trata. Frenar el éxito de alianzas que erosionan su poder dentro del PRD le importa más que desmantelar la maquinaria mexiquense que el PRI ha encendido.

Como escribió Elías Canetti, “el horror que produce la muerte se vuelve satisfacción cuando vemos que es alguien más el que está muerto”. Y a AMLO la muerte del PRD no le preocupa. El desmoronamiento político de la izquierda electoral no le atemoriza. El caudal de votos perredistas convertidos en votos priistas no le quita el sueño. Piensa que puede competir solo, ganar solo, triunfar solo. Y por ello, para AMLO la alianza electoral que fue buena en Oaxaca no es buena en el Estado de México. Por ello, para AMLO el perfil democrático incuestionable de Javier Corral –impulsor de la alianza– se vuelve de pronto motivo para llamarlo “alguien que sirve a las mafias que se han apoderado de México”. Al actuar así, López Obrador se vuelve el promotor más exitoso de los mafiosos contra los cuales dice pelear. Al lanzarse contra una alianza argumentando que “no traería nada nuevo”, López Obrador asegura que sea así. Al criticar la consulta ciudadana, López Obrador avala la transición trunca.

Alguien debería recordarle a AMLO que el enemigo verdadero a vencer no es Ebrard: es Peña Nieto. El adversario real que debe ser contenido no es el PRD: es el PRI. El peligro inminente no es la posibilidad de una alianza PAN-PRD: es la división de la oposición. El problema urgente no es parar a Los Chuchos: es parar la resurrección de lo peor del priismo. Si el PRI recupera la Presidencia gracias a las maniobras cuestionables de López Obrador, el futuro de la izquierda mexicana se avizora sombrío, duro, desfondado. Porque los...

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