Línea 10

FELIZ de la vida se le ve a Pancho Garduño.

Por un pelito, pero conservó su chamba como titular de Setravi, al hacerla de cartero.

Aunque nadie entiende, primero, por qué llego al puesto, y después, por qué lo conserva.

Y es que a estas altura todavía no hay razón humana que le haga entender a El Peje que, si algo odian los mexicanos, es a los hombres sin palabra.

Si la propuesta era: o Pancho entrega todas las placas el 30 de abril o lo corro, ¿cómo está eso de que faltaron por entregar, pero se cumplió?

¿Esas son las promesas que se cumplen en la ciudad de la esperanza?

Qué triste que Andrés Manuel tome todo a relajo y tan fácil quiera verle la cara de tontos a los capitalinos.

Como si el DF fuera Nacajuca, su pueblo.

Además, cómo puede mantener en su puesto a alguien que no fue capaz de cumplir con la chamba.

Al que le tuvo que ayudar prácticamente todo el gobierno para que no se quedara sin hueso.

Pena le debería dar a Garduño vanagloriarse de que cumplió, cuando no fue él quien hizo el trabajo... y eso, a medias.

ADEMAS en eso de las placas hay otro asunto más relevante.

El principal motivo del reemplacamiento en el DF fue para tener un padrón confiable de autos y darle seguridad a los automovilistas.

Luego de la desastrosa conclusión de la entrega de matrículas, la cosa está peor que antes.

Se supone que las actuales placas son infalsificables y que, el auto que las porte es que anda bien derechito.

Es más, se mantuvo en completo sigilo la ubicación de la empresa que ganó la licitación para fabricar las láminas.

Y se le dotó de vigilancia especial, para evitar que los malosos pudieran llevar a cabo algún intento de robo del material.

Pero al final cualquier hijo de vecina estuvo repartiendo las valiosísimas placas y hubo muchas personas a las que le llegaron...

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