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Ni duda cabe de que los ejemplos -sean buenos o malos- cunden, y una reciente muestra de ello es lo que está ocurriendo con los grupos feministas y las oficinas de Derechos Humanos.

Tras la toma de la sede de la CNDH que encabeza -es un decir- Rosario Piedra Ibarra, ya se registraron hechos similares en Ecatepec, Estado de México, así como en la capital de Puebla y en la de Veracruz, aunque en estos dos últimos casos fueron actos simbólicos.

Tal parece que en los gobiernos estatales y en el federal muy convenientemente se les olvidó el movimiento feminista que estaba en efervescencia a principios de año y que, si dejó las calles, fue en gran medida por la pandemia de Covid-19.

Y no sería raro que este tipo de acciones se multiplicaran en las próximas semanas, pues todo indica que, durante los meses de aislamiento, la violencia contra las mujeres, lejos de reducirse, creció de acuerdo con datos duros de fiscalías y servicios de emergencia... aunque en Palacio Nacional tengan otros...

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