Llevan droga a museo

MÉXICO, DF.- "OFRENDARON SU vida en el cumplimiento de su deber", se lee en la entrada del Museo de Enervantes de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).

El museo, de 303 metros cuadrados, se ubica en el piso 7 de la dependencia, en Lomas de Sotelo, y rinde homenaje a los aseguramientos realizados por militares durante las campañas contra el crimen organizado.

Pero también a los elementos caídos. En tres placas, la Defensa Nacional muestra los nombres de 694 efectivos que han muerto en combate contra la delincuencia de 1976 a 2009.

El museo se divide en 10 salas. Los orígenes sobre el consumo de drogas a nivel internacional y en México; un panorama nacional e internacional del narcotráfico; las operaciones de erradicación que realiza el Ejército; operaciones de intercepción terrestre, aérea y anfibia; la narcocultura en México, y cómo las drogas afectan a la salud.

En la primera sala, el Ejército muestra en carteles a sus visitantes, la historia de las drogas en Mesoamérica.

"Muchos textos considerados sagrados fueron producto de alucinaciones provocadas por estupefacientes, más que una verdadera revelación divina", plantea la Defensa Nacional.

De hecho, destaca que durante esos años prehispánicos existía un intercambio de alucinógenos como una forma sagrada de entenderse como pueblos.

En el vestíbulo, se puede observar dos estantes con vasijas y pipas, utilizadas por kikapús, totonacas, tarascos, otomíes, nahuas, zapotecos y lacandones, para consumir hongos o peyote.

En 1617, se detalla en el museo, la realización de ceremonias con el uso de alucinógenos fue prohibida, pues se pensaba que quien usaba esas drogas tenía un pacto con el demonio.

"En la actualidad, los mayas, choles y lacandones, emplean el hongo psicoactivo, durante la realización de sus ceremonias religiosas, adivinatorias y curanderas", apunta la Sedena en uno de los carteles.

Los chinos y Sinaloa

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