Ni la lluvia de bombas los hizo dejar de estudiar futbol

AutorAnne Marie Mergier

PARÍS.- Predrag Pasic nace el 18 de octubre de 1958 en Sarajevo, capital de Bosnia y Herzegovina. Por aquel entonces, el pequeño país de los Balcanes integra, junto con Eslovenia, Croacia, Serbia, Macedonia y Montenegro, la República Federativa Socialista de Yugoslavia, "un mosaico de seis repúblicas, cuatro lenguas, tres religiones, dos alfabetos, pero con un solo partido", según las palabras del mariscal Josip BrozTito, su líder histórico.

"Las ventanas de la clínica donde mi madre dio a luz y las del departamento familiar en el que crecí daban a un estadio de futbol", cuenta Pasic.

Su voz suena divertida al otro lado de línea en el momento en que iniciamos nuestra plática telefónica.

"¡Fue un guiño del destino!", asegura y se ríe.

Entre sus mejores recuerdos infantiles menciona los partidos de balompié a los que asiste desde el balcón de su casa.

"Si acaso tenía tres o cuatro años y ya estaba embelesado", comenta.

A los cinco años, Predrag es el goleador estrella del patio de recreo de su escuela, a los ocho llama la atención de los entrenadores del centro de capacitación juvenil del FK Sarajevo y a los 17 empieza su carrera de futbolista profesional en ese destacado club yugoslavo.

Mediocampista atacante, casi imparable, no tarda en convertirse en el ídolo de Sarajevo y su fama crece aún más cuando la selección nacional yugoslava -a la que Pašic se integra en 1981- logra calificarse para el Mundial de 1982, en parte, gracias a un gol suyo contra la selección italiana.

En 1985 inicia una carrera internacional.

"Me contrató el VfB Stuttgart que acababa de ganar el campeonato de Alemania Federal. No me cabía la felicidad porque ansiaba medirme con otro estilo de juego y, sobre todo, con el alemán, pero la Asociación Nacional de Futbol de Yugoslavia nos imponía reglas muy estrictas. Debíamos jugar profesionalmente en nuestro país hasta los 28 años antes de poder hacerlo en el extranjero."

Pasic considera sus dos temporadas con el VfB Stuttgart como la cúspide de su carrera. De hecho, después de seis meses con el TSV 1860 München, el brillante goleador decide "jubilarse". En 1989 deja Alemania y se regresa a Sarajevo donde sigue viviendo.

Predrag Pasic es inagotable cuando describe su ciudad natal:

Era una de las ciudades más hermosas y más asombrosas del mundo. En ella convivían Oriente y Occidente; sonaban las campanas de las iglesias y se oía el llamado al rezo musulmán; sinagogas se codeaban con mezquitas y templos; serbios, eslovenos y croatas, así como macedonios y montenegrinos, se mezclaban con bosnios, lo compartían todo, se casaban sin prejuicios étnicos ni religiosos. Sarajevo reflejaba lo mejor de Yugoslavia y contaba, además, con una vida artística e intelectual de una riqueza increíble.

Esa vida cultural es la que atrae a Predrag Pasic cuando vuelve a su tierra. Tiene 31 años, dinero y nuevas aspiraciones. Para absoluta sorpresa de sus admiradores que esperaban su regreso al FK Sarajevo, el joven jubilado abre una galería de pintura, frecuenta artistas, descubre nuevos talentos, monta exposiciones y, por fin, puede dedicar tiempo a su familia. Se siente realizado, pero esa dicha es efímera.

Fragilizada por la muerte de Tito en 1980, luego por la caída del Muro de Berlín y el derrumbe de la URRS, la precaria unidad nacional yugoslava vuela en pedazos. El 25 de junio de 1991 Eslovenia se declara independiente, Croacia hace lo mismo el 8 de octubre del mismo año y Bosnia y Herzegovina el 5 de abril de 1992.

El día siguiente, el 6 de abril, los serbio-bosnios crean su propio Estado, la auto-nombrada Republika Srpska. Un mes más tarde empieza la guerra de Bosnia cuyos...

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