Lúdicos caprichos presidenciales

AutorArturo Rodríguez García

Por aficiones deportivas o proclividad a ciertas ostentaciones, gustos personales y detalles para consentir a los hijos o a las esposas, los presidentes de México intervinieron, construyeron y dilapidaron recursos públicos en la residencia oficial de Los Pinos de manera discrecional y opaca.

La vieja casona del rancho de La Hormiga, que ocuparon en sus respectivos periodos el presidente Lázaro Cárdenas y su sucesor, Manuel Ávila Camacho, fue insuficiente para el presidente Miguel Alemán Valdez, que decidió construir la faraónica residencia que hoy lleva su nombre.

Conocidas son las amenidades de la residencia Miguel Alemán, con su sala de cine VIP, que mandó construirse Miguel de la Madrid en un sótano que encierra otros enigmas de cada placer presidencial: el spa, la sala de puros, el boliche, capricho de responsabilidad ignota, y aun la sala de crisis, "el bunker", encargado por el jefe de Estado del sexenio sangriento, Felipe Calderón.

En la recámara principal de esta residencia, una puerta falsa pasa inadvertida por dentro de un clóset: conduce a un túnel de unos 200 metros por el cual se sale a la maleza que hay frente a una barda pe-rimetral donde otra puerta falsa de piedra permite salir del complejo habitacional de Los Pinos e internarse en el Bosque de Chapultepec.

En la parte posterior de esa residencia tienen lugar otros caprichos: hay registro visual de los entrenamientos del presidente López Portillo, que gustaba de presumir su afición a los deportes, convertido el jardín enorme en estancia de recreo: ejercicios aeróbicos, lucha grecorromana y hasta tiro con arco; fue ese el espacio donde le gustaba entrenar.

A un costado de la residencia, impecable la integración arquitectónica, está la alberca semiolímpica que Carlos Salinas de Gortari mandó instalar. No importaba que a unos metros de ahí, entre la casa Miguel Alemán y la que hoy se conoce como Lázaro Cárdenas, la antigua pileta en la que el general quiso que sus hijos aprendieran a nadar, tuviera ya una alberca para la familia presidencial.

Esa antigua alberca, que Adolfo López Mateos edificó en sustitución de una alberca pequeña, construida a su vez sobre un ojo de agua, fue eliminada al iniciar el sexenio de Enrique Peña Nieto, explica Hornero Fernández, director administrativo del Centro Cultural Los Pinos, durante un recorrido con Proceso.

En lugar de la alberca, Peña Nieto mandó construir su despacho, adjunto a una sala en cuyo centro había una gran mesa en forma de...

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