Macao, el hijo obediente de Beijing

AutorAdrián Foncillas

BEIJING.- A las ciudades de Hong Kong y Macao las une un viaje de 40 minutos en autobús por el nuevo puente marino, o un traslado de una hora en ferri. De pasado colonial europeo, ambos territorios fueron devueltos por Reino Unido y Portugal a China en 1997 y en 1999, respectivamente.

Sin embargo, ambos territorios son como el ying yang. Si bien la fórmula "un país, dos sistemas" les ha otorgado cierto grado de autonomía y protección de libertades, la situación que viven ambos territorios es de contrastes: por ejemplo, la excolonia británica suma medio año de protestas masivas, mientras en el exdominio portugués se recuerda sólo un conato de violencia, cuando una treintena de personas acudió al Senado y la policía detuvo a siete manifestantes.

Hace dos semanas en Macao, el presidente de China, Xi Jinping, se regaló un baño de pueblo durante la conmemoración del 20 aniversario de su retorno a la soberanía china, y en la ceremonia no faltaron las constantes alusiones para Hong Kong.

"Macao es el capítulo brillante de la fórmula 'un país, dos sistemas'. La tradición macaense de valorar la unidad debe ser preservada. Un sentimiento de nación y espíritu patriótico ha enraizado profundamente en los corazones de los jóvenes..."

En síntesis, Macao es el hijo obediente y próspero de China, mientras Hong Kong se perfila al desastre.

Pero ¿qué hace tan "excelentes" a los macaenses? La respuesta es la economía. La renta per cápita en Macao superó una década atrás a la de sus vecinos y el próximo año se calcula que desbanque a Qa-tar en la cúspide global, de acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.

En Macao cada ciudadano recibe un cheque anual equivalente a unos mil 246 dólares y disfruta de una cobertura social escandinava a cuenta de un gobierno local que nutre 80% de sus arcas con los impuestos de los casinos (es el único lugar de China donde éstos son legales). Tanta generosidad en la asistencia social des-incentiva las protestas por más erosiones que acumulen las libertades.

El desgaste no es poco: Macao es hoy lo que Hong Kong teme convertirse mañana. Sus colegios utilizan los manuales patrióticos del gobierno chino y las banderas rojas rematan sus fachadas, mientras la Ley de Seguridad Nacional contempla los delitos de traición, sedición y secesión.

Los intentos de Beijing por introducir esas reformas en Hong Kong estimularon las multitudinarias protestas que lograron devolver las leyes al cajón. La prensa es libre en Macao, pero los medios críticos son apenas un puñado, siempre en portugués e inglés, y no calan en una población que entiende el cantonés y el mandarín...

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