Macondo cobra vida en Bogotá

AutorRafael Croda

BOGOTÁ.- A un año de la muerte del escritor colombiano Gabriel García Márquez, Macondo, aquella aldea de casas de barro y cañabrava en la que transcurre la saga de los Buendía en Cien años de soledad, será re-creada físicamente por primera vez en un espacio que podrán visitar miles de personas en esta capital.

Este Macondo tendrá una gallera (palenque) de madera blanca envejecida, una librería monumental, una cocina donde se elaborarán guisos escabechados de conejo y morcilla y un domo iluminado, cuya luz agiganta los inventos que revolucionaron la aldea: el imán, el catalejo, el astrolabio, la lupa del tamaño de un tambor.

Tendrá también una zona de espejos, o espejismos, en la que aparecerán un cura, una locomotora de vapor y personas muy antiguas, de otros tiempos, que probablemente hayan habitado el pueblo en algún momento de sus vidas.

Son fotogramas en movimiento que lucen como ánimas en pena que se rehusan a abandonar este mundo. Allí está un hombre sin rostro que tiene una cámara de daguerrotipo, como la del gitano Melquíades. Puede ser el viejo alquimista o su alocado discípulo José Arcadio Buendía. O puede ser un hombre de principios del siglo XX en la costa caribe de Colombia. Eso lo decide el visitante.

El Macondo que cobrará vida a partir de este martes 21 en un pabellón de 3 mil metros cuadrados de la Feria Internacional del Libro de Bogotá, la Filbo 2015, incluirá plantaciones de banano, ciénagas, desiertos y pantanos "cubiertos de una eterna nata vegetal", según los percibió el escritor.

Estos paisajes se desplegarán con sus sonidos naturales en pantallas gigantes suspendidas en el aire mientras García Márquez narra, con su voz trémula y su tenue acento costeño, el primer capítulo de Cien años de soledad.

Este Macondo tendrá una bandera azul cruzada por cuatro símbolos: un gallo, un tren, un acordeón como el de Francisco El Hombre y un racimo de bananos. Y tendrá bandera porque puede ser un país o un lugar con vida propia en el Caribe, en Colombia, o en cualquier parte de América Latina. Al fin y al cabo tiene habitantes, guerras que se contarán con sonidos de balas y cañones; coroneles al mando de tropas armadas con cuchillos de cocina; hombres y mujeres que se aman y se hacen daño, y desde luego tiene una historia que será contada con una narrativa sujeta a la libre interpretación de los visitantes.

"Esta exposición va a ser para los asistentes una experiencia emocional, sensorial y conceptual, pero está pensada de tal manera que cada uno de ellos se quede con el Macondo que quiera imaginar", dice a Proceso el doctor en letras hispánicas Ariel Castillo Mier, curador de la muestra junto con la escritora Piedad Bonnett y el director general de la Fundación Gabriel García Márquez para el Nuevo Periodismo Iberoamericano...

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