Estas son Las Mañaneras

AutorFabrizio Mejía Madrid

-Es una pregunta basada en Newton -dijo, abismado en un papel sobre sus rodillas-: el combustible dejó de salir por un efecto que, entiendo, es gravitatorio. Estoy checando que la ciudad de Tula, donde está la llave del ducto, tiene una altitud de 2 mil 20 metros sobre el nivel medio del mar y Tlahuelilpan tiene 2 mil 43; es decir, que estamos hablando de que está un poco más arriba. ¿Cómo se habría dado entonces el efecto gravitatorio?

La atracción de los cuerpos con respecto a su masa -la gravedad terrestre-nada tiene que ver con la presión de un fluido dentro de un tubo. Eso lo sabe cualquiera que haya cursado la secundaria, pero, incluso si no se atendió a esa clase de Ciencias Naturales, existe la intuición de que la gravedad constante de nuestro planeta, la que ejerce la masa de la tierra bajo nuestros pies, es una fuerza distinta de la presión dentro de un tubo de gasolina. Pero, más allá de los certificados escolares del reportero, otro malestar más profundo se revelaba en su pregunta. ¿Qué estaba mal esa mañana de la conferencia de prensa de la Presidencia de la República, una vez más, sobre la explosión en un poblado de Hidalgo?

Hay un malestar con los medios de comunicación porque no parecen representar a la opinión pública. Buena parte de ellos han olvidado el servicio que deben ofrecer al público a favor de otras funciones como parecer espectaculares, conmovedores, graciosos, furibundos, fustigadores. Nada de ello tiene que ver con el servicio que alguna vez sintieron como predominante.

"Lo público -escribe Hannah Arendt- es lo que todo mundo puede ver y oír y merece la más amplia publicidad posible". Pero, al formarse la "sociedad civil -sigue Arendt-, adoptó un disfraz de una organización de propietarios que, en lugar de exigir su acceso a la esfera pública, pidió protección para acumular más riqueza". Ese disfraz es el que seguimos viendo en los medios de comunicación: la publicidad que los paga está vestida de interés público y, así, las noticias enmarcan los anuncios de licuadoras. Igual que el resto de las mercancías, las noticias se consumen. Cuando hablamos de "falta de memoria" nos referimos a su carácter desechable. Pero la existencia de hemerotecas, físicas y virtuales, contradice la idea de que lo publicado sea exclusivamente consumible.

Hace apenas dos siglos, la palabra "publicidad" se refería a la calidad de la esfera pública y no como hoy, exclusivamente a la propaganda comercial. En su lugar, usamos "opinión...

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