La mano de Trump llegó a Chiapas
Autor | Mathieu Tourliere |
TAPACHULA, CHIS.- En la carretera Metapa de Domínguez-Tapachula sólo quedan algunas carriolas vacías, chanclas tiradas y bolsas de plástico con ropa. Metros más adelante, unos 300 agentes de la Policía Federal (PF), del Instituto Nacional de Migración (INM), de la Secretaría de Marina (Semar) y de la Policía Militar (PM) terminan de subir en autobuses a los migrantes centroamericanos que venían en caravana desde que entraron a México por Ciudad Hidalgo, la madrugada del miércoles 5.
La caravana -más de 500 hombres, mujeres, niños y adolescentes, hondureños en su mayoría- avanzaba en fila por la orilla de la carretera, bajo el sol y en el calor sofocante que derrite esta región de la costa chiapaneca. Cuando rebasaron la curva que marca el libramiento de Metapa se toparon con tres autobuses, furgonetas del INM, patrullas de policía y camiones militares, así como un grupo amplio de agentes uniformados, esperándolos.
"¡Fue una emboscada!", se queja Éder, un hondureño de 19 años, mientras camina al lado de su novia, Marisol, de 17 años, y su bebé de un año, para alejarse del operativo.
Al darse cuenta de que la caravana estaba atrapada, decenas de personas corrieron y se perdieron en los montes. Otro grupo prefirió dar la vuelta y regresar. Pero la mayor parte se aglutinó cerca de los autobuses y de pronto la carretera se convirtió en un caos: agentes del INM agarraron por la fuerza a varios jóvenes, que trataron de escapar a empujones. Hubo gritos de indignación y llantos de niños.
En bloque, decenas de personas -muchas mujeres con niños pequeños- se replegaron o pasaron encima de las bardas de la carretera para protegerse de los agentes, que después de la intimidación y la fuerza emplearon el diálogo: "invitaban" a los migrantes a que ingresaran a los autobuses para "regularizarse" en la Estación Migratoria Siglo XXI de Tapachula.
"No se expongan al sol, déjenos ayudarlos (...) los llevan para Siglo XXI, donde van a poder, eeh..., solicitar su trámite", dijo un agente del INM a un grupo de migrantes desconfiados. "¿Y si nos dan apoyo sólo para que nos regresen a nuestro país?", le reviró uno. El agente no contestó. Desde dicha estación prácticamente todos los ciudadanos hondureños son deportados.
Exhaustos, confusos y deshidratados por la larga caminata, y cercados por militares, policías y agentes migratorios, prácticamente todos los integrantes de la caravana se resignaron: poco a poco hombres y mujeres, con sus bebés empapados de sudor en los brazos, montaron en los camiones bajo la custodia de los uniformados.
"Nosotros nos vamos a subir, pero necesitamos ayuda porque yo sé que lo que van a hacer es deportarnos", dijo un joven hondureño a un agente del INM, con la cabeza agachada y los ojos rojos por contener lágrimas. "No nos mienta", suplicó una señora a su lado; recordó que en Honduras "nos matan si no queremos vender drogas".
El operativo del miércoles 5 desmanteló la octava caravana que las autoridades registraron en Chiapas desde octubre pasado, y la Guardia Nacional se estrenó como fuerza...
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