Mantiene tradición... ¡a flote!

Para ayudar a su padre, Leonardo aprendió el oficio de astillero desde los seis años, siendo la tercera generación en darle forma a las canoas.

"Lo primero que aprendí fue a majar coco, que es meter mecate de coco entre las uniones de la madera, esto sirve como sellador entre los pliegues para que el agua no se filtre hacia dentro.

"Luego pasé a darle nivel con el cepillo a la madera, eso es básico para que flote bien. Y luego ya me enseñó mi papá todo lo demás, medidas, cómo clavar, los cortes y eso. Desde hace 15 años que yo me hago cargo del negocio", platica el joven de 31 años.

Ahora, Leonardo Gabino tiene su propio taller en el Barrio de la Santísima, en Santiago Chililico, Alcaldía Xochimilco, donde ha creado cientos de canoas y trajineras que, incluso, han llegado hasta Texas.

Según explica el experto, las trajineras se esculpen en Oyamel y Encino, ya que las características de estas maderas permiten que tenga mejor durabilidad y sea más sencilla trabajarla.

"Normalmente tardo una semana en hacer una trajinera, se empieza con la base, esta debe ir bien ensamblada, lleva un total de 288 clavos hechos con varilla de 5/16 de grueso y de 6 pulgadas de largo.

"Estos deben de unir bien la base para que no haya filtraciones y flote bien. Posteriormente se deja pareja la base, debe sestar bien pareja, esa es una de las especialidades de mi taller", señala el astillero.

Una vez que la base está hecha, se añaden los brazos del costado y se acoplan las cabeceras y defensas, dando lugar a la canoa; posteriormente se le...

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