Manuel Azaña y los 80 años del exilio español

AutorJudith Amador Tello

A 80 años del término de la Guerra Civil Española y la llegada a nuestro país de los exiliados republicanos, la derecha heredera de Francisco Franco se niega a condenar la dictadura impuesta por casi 40 años e incluso a reconocer la verdadera historia: Que más que una lucha intestina, fue una invasión de los países del eje profascista.

Así lo explica en entrevista con Proceso, de visita en México, el escritor y periodista, exprofesor en la Universidad Complutense de Madrid, Isabelo Herreros, presidente de la Asociación Manuel Azaña, creada en 1994 para reivindicar la obra y vida de quien fue presidente de la Segunda República y -a decir suyo- el principal estadista de aquellos años.

Cuando se fundó la institución, dice, la información acerca de la República y de Manuel Azaña era muy maniquea. No se tenía suficiente bibliografía sobre él e incluso la figura del presidente era denostada tanto por la derecha como por la izquierda. Asume entonces como propósito reivindicar al personaje y esa parte de la historia, desde los ámbitos cultural, académico y político, a través de diversas actividades.

Se le pregunta por qué la izquierda lo denostaba si se podría pensar en la coincidencia de causas. Dice que, en los años de la transición, los partidos Comunista y Socialista tuvieron visiones contradictorias: por un lado eran muy revolucionarios, pero por otro no tenían conocimiento de la realidad internacional.

Nacido en la villa de Miguel de Cervantes, en Alcalá de Henares el 10 de enero de 1880, Azaña gobernaba cuando estalló la Guerra Civil el 18 de julio de 1936, apoyado por el Frente Popular. Y opina que los partidos actuales en nada se parecen a la izquierda revolucionaria de entonces. El

Socialista ha adoptado medidas neoliberales y el Comunista posiciones "bastante pragmáticas".

Azaña ganó las elecciones de manera limpia y quería hacer una transformación radical, con base en una revolución en la enseñanza, la política social, educativa y cultural, por lo cual representaba un peligro para los privilegios, principalmente de la Iglesia católica; y es que emprendió una secularización con el fin de someterla a las leyes y limitar su injerencia en la educación.

"De manera que la figura de Azaña fue muy combatida y fueron feroces. Incluso el bienio que hubo de gobierno de derecha durante la República, lo encarcelaron, con acusaciones falsas."

Según el sitio de internet de la asociación, se le acusó de estar involucrado en los sucesos revolucionarios de Asturias y Cataluña, de 1934. Durante el franquismo, sigue el escritor, se le acusaba de todo "incluso de si era homosexual o si estaba en la masonería".

El organismo busca demostrar que el pensamiento y la acción política del presidente están vigentes y que en España aún está por hacerse la transformación y la secularización propuestas por él, pues la Iglesia mantiene un poder incluso superior al que tuvo. Cita, como ejemplo, la existencia de sectas como los Legionarios de Cristo y el Opus Dei, ambos con presencia también en México. Y enfati-za que su poder es superior al de la época franquista, porque ahí se permitían nombrar obispos y controlarlos. Ahora no, y la Iglesia está metida en la salud, a través de la Federación de Hospitales Católicos, la educación, y además el Estado les asigna recursos con el pretexto de que hay una necesidad.

Herreros considera que la política social en general ha tenido un empobrecimiento "tremendo". En cambio, en la República partía de los principios de equidad y justicia social...

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