Marchando desde (por)Ayotzinapa

Escribo estas líneas convencido de la creciente y acelerada permutabilidad de los hechos, lugares y gente, turbado por los nombres emblemáticos que se suceden y reemplazan: Iguala/Ayotzina-pa, Tlatlaya, Discoteca Heaven, casino Royale, San Fernando, Guardería ABC, discoteca New's Divine... y la lista de gravísimos casos empieza a erigirse como un tzompantli. No debemos doblegarnos a adorarlo a la fuerza ni resignarnos a convivir a su sombra en aroma de flores de cempasúchil.

El presidente de la República, Enrique Peña Nieto, se dirigió a la nación diciendo que "(...) en la tragedia de Iguala se combinaron condiciones inaceptables de debilidad institucional (...) a raíz de la tragedia de Iguala (...) una sociedad hoy alza su voz para decir: Ya basta (...) (y) tod(o)as coinciden en un punto fundamental: que México no puede seguir así. Y tienen razón. Después de Iguala, México debe cambiar". Se trata de palabras tan arraigadas al contexto que es deber de todo/as tomarlas con suma atención.

Y quienes hoy prestan atención son quienes desde hace mucho tiempo advirtieron y desentrañaron la perversa naturaleza del uróboro y su implacable afán de cebarse de violencia, muerte, corrupción e impunidad. Así lo reconoce incluso el presidente: se trata de "personas que han salido a las calles, en México y en distintas partes del mundo; (con) expresiones de solidaridad con los estudiantes de Ayotzinapa, de artistas, intelectuales y deportistas; (de) miles de inconformidades difundidas en redes sociales, así como (de) opiniones de articulistas y columnistas".

El eje del combate y la respuesta a la tragedia de Iguala (nombre intercambiable) se movió fuera de las institucionali-dades y se asienta en calles, plazas, aulas, gremios, cristalizando voces de diferentes, sucesivos y convergentes procesos, para encontrar con vida a los 43 normalistas y para dar también con el paradero de, por ejemplo, José Antonio Robles Fernández o cualquiera de los que engrosan la lista oficial de "personas no localizadas"; y por supuesto para desentrañar las autorías materiales e intelectuales de los asesinatos de Regina Martínez, Marisela Escobedo; y sin duda para acoger con respeto y dignidad a toda víctima y ser querido que busca justicia por casos de desaparición forzada, ejecución extraju-dicial y tortura, conductas puestas de manera preponderante, sin ir muy lejos, en la mira de la agenda legislativa propuesta por el presidente.

Entender cabalmente este traslado de los...

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