Mario Castillejos / Víbora de dos cabezas

De irse Neymar al PSG, el olor a azufre quedará impregnado en el escudo del Barcelona.

Todo empezó aquel 2013 cuando se publicó que el fichaje del brasileño ascendía a 57 millones de euros. Después, se reveló una cifra de 70 millones, pero Sandro Rosell, presidente del club en aquel entonces y hoy presidiario, lo negó: "Son 57 millones, y punto".

Después, su sucesor Bartomeu dio una nueva cantidad: 86.2 millones. Fieles a su estilo, entre más le preguntas a cualquier dirigente, más mienten. En enero del 2015, el juez Pablo Ruz sentó en el banquillo al presidente Bartomeu, a su predecesor Sandro Rosell, por un delito de infidelidad, abusos de poder y tres delitos fiscales en el fichaje de Neymar, dejando claro que la suma de la transacción fue de 96 millones de euros.

Pero el escándalo ahí no terminó, porque se dice en España que, el papá de Neymar en su papel de representante, negoció una comisión de 26 millones de euros por la firma que su hijo estampó hace poco con el Barcelona, contrato que tiene vigencia hasta el 2021, mismo en el que se estipuló que la claúsula de rescisión es de 222 millones de euros, cantidad que está a punto de pagar el PSG.

En otras palabras, el papá de Neymar va a cobrar en una de las ventanillas del club su comisión por la renovación del contrato de su hijo y, en otra, el PSG estará depositando el traspaso del jugador sin derecho a réplica por parte del club, pero con el consentimiento del jugador.

Señores, en el barrio le llamamos a esto "víbora de dos cabezas". Aunque el Barcelona no se va a quedar con los brazos cruzados...

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