Markovitch y “El premio”, victoria del arte

AutorColumba Vértiz de la Fuente

Guadalajara, JAL.- La cineasta Paula Markovitch defiende al arte porque para ella “es el bien y siempre fluye, con o sin políticas culturales”.

Tras su reconocimiento en Berlín por la mejor contribución artística (Bárbara Enríquez), El premio de Markovitch obtuvo el mayor galardón en el 26 Festival Internacional de Cine: mejor película mexicana, además de mejor actriz (Paula Galinelli Hertzog) y recomendación a los Golden Globes 2012.

También obtuvo el Mezcal de estudiantes y la presea de la prensa.

Asesinos de sueños

Markovitch (nacida en Buenos Aires, Argentina, en 1968, pero radicada en México) tenía en mente desde hace 30 años la historia El premio.

Ceci, de siete años, se refugia junto con su mamá en el desolado pueblo de San Clemente del Tuyú, lejos de Buenos Aires, donde el padre (militante revolucionario) lucha por escapar de la represión militar. La pequeña sabe que están en ese lugar porque deben enterrar en un rincón de la playa los libros “subversivos”, y en la escuela debe mentir acerca del oficio y la ausencia de su papá.

La también narradora y poeta cuenta que esta historia iba a ser un libro con el título Infancia San Clemente. Acepta que es un poco su biografía:

“En realidad quería hablar de la infancia en ese pueblo y en esos paisajes, los cuales desde pequeña me transmitieron un sentimiento de orfandad, y el contraste de esa desolación con la alegría y la plenitud infantil.

“Me parece como una metáfora de la vida, porque yo tengo la sensación de que la alegría es como una especie de yerba extraña que crece en los lugares más inhóspitos.”

–También abarca lo que es la identidad, ¿por qué?

–Creo que no hay identidad, que nuestra alma está atravesada por la historia; no existe una dicotomía, nuestro interior no está a salvo del exterior. El entorno, el mundo que nos rodea, se inmiscuye en nuestros espacios más íntimos, y de eso quise hablar en la película.”

Ante la represión militar de Argentina, tópico que abarca en El premio, dice que los crímenes sociales lastiman por fuera y por dentro:

“No sólo matan personas, también matan sueños. Es muy peligroso cuando se militariza una sociedad, porque no hay vuelta atrás; no sólo por el dolor, en el sentido de que las heridas no se cierran nunca, sino también por la culpa, porque cuando hay crímenes sociales, una parte es víctima pero otra gran parte es victimaria.”

Además, “una sociedad nunca se recupera de la crueldad”, agrega; trata de justificarla y de comprenderla, “pero la...

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