Marte

AutorFabrizio Mejía Madrid

El viaje hacia el espacio entraña la idea de crear un paraíso celestial para los humanos. El paraíso perdido, la Tierra nublada por la contaminación, tiene islas de plásticos, se calienta por el exceso de vacas y empresas extractivas. El afuera, el espacio ya no es el terror de ser invadidos por extraterrestres, sino lo que transmite precisamente la cinta de Kubrick que, por estos días, cumple 50 años de exhibida: la nada, el silencio, el aburrimiento, la soledad.

No siempre fue así. La célebre transmisión de Orson Welles de su adaptación radiofónica de La guerra de los mundos de H.G. Wells el día de Halloween de 1938 provocó la reacción de algunos de los más de 1 millón 700 mil escuchas de salir a enfrentar a los marcianos con rifles, esconder a sus hijas en los graneros o gritar sin control como hacían las voces que Orson Welles había copiado del incendio del zepelín Hindenburg. Tres años después, mientras Welles leía poemas de Walt Whitman, la transmisión se interrumpió para anunciar el ataque de los japoneses sobre Pearl Harbor y la entrada de Estados Unidos en la II Guerra Mundial. Nadie lo creyó. Nosotros nos atacamos entre nosotros. Somos nuestros propios marcianos.

El interés por Marte como lugar de exilio -más que como Dios rojo de la guerra sanguinaria- comenzó en 1877 cuando los astrónomos descubrieron los canales. Se pensó que eran una red hidráulica construida por marcianos hasta que, el mismo científico que descubrió el hoy defenestrado Plutón, demostró que sus líneas eran producto de la aridez. De la Tierra a la Luna, de Julio Verne, se había publicado en 1865 y el viaje real, el del "gran paso para la humanidad" copió el lugar del lanzamiento en Florida, el artefacto balístico, y la tripulación, es decir, tres personas. Para 1901, H.G. Wells publica su versión del viaje, Los primeros hombres en la Luna. Ahí anuncia la existencia de "la bomba atómica" y una sociedad en 2036 en que la individualidad desaparece. Inventó, además, la máquina del tiempo, un hombre invisible, y la guerra de los mundos, entre nosotros y los extraterrestres. Es una guerra sin motivos explícitos de los marcianos. Sólo el avance de una invasión que no se detiene, a pesar de nuestra tecnología, y cuyo empuje sólo se frena por obra de los microbios terrestres.

Marte, para nosotros, siempre es lo "errático", lo "marciano" como raro, acaso porque, con su estudio, Kepler describió las órbitas, no circulares, sino elípticas de los planetas que tienen al sol...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR