En la media cancha / Antes y después

Hasta las 21:00 horas del día de ayer la Selección Mexicana iba mostrando una alentadora consolidación como equipo.

Hasta ese momento, a pesar de los comprensibles altibajos, la tendencia en el funcionamiento de los tricolores, en la era Martino, en términos generales dibujaba una bienvenida línea ascendente.

Hasta esa hora, era notorio el avance en cuanto a la búsqueda de la alineación ideal, en cuanto al dominio de una forma de jugar, en cuanto al entendimiento de cada jugador sobre las tareas defensivas y ofensivas que debe realizar en cada partido.

Un equipo serio, bien estructurado, que en sus primeros cuatro partidos amistosos superó inobjetablemente a sendos adversarios sudamericanos y en los cuatro compromisos oficiales dentro de esta Copa Oro también fue claramente mejor que cada uno de sus contrincantes, aunque la escuadra tica haya sido la única que logró poner en serios predicamentos su posibilidad de seguir avanzando.

Paulatinamente más sólido, más ordenado, más compacto, más eficiente para cerrar los espacios al defender y abrirlos al atacar. Así se había visto el equipo mexicano hasta las 21:00 horas de ayer, y así de promisorio se perfilaba su futuro.

Y hasta las 19:30 horas, la actual Selección Argentina había confirmado en la Copa América su desastroso estado futbolístico, su inestabilidad como equipo, su incapacidad para darle el debido cauce colectivo a la riqueza en las individualidades.

Hasta ese momento, resultaba alarmante la fragilidad defensiva del conjunto argentino, su ineficiencia en el juego de medio...

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