Medios y poder. Una larga historia de dispendio y sujeción

AutorJenaro Villamil

En el final de su sexenio, Enrique Peña Nieto concentra las dos grandes tendencias que diversos expertos consideran los ejes de las relaciones entre medios de comunicación y poder político. Ello es así desde junio de 1936, cuando el general Lázaro Cárdenas creó la primera Dirección de Publicidad y Propaganda: una relación de control político e informativo que en los últimos años se transformó en dispendio en propaganda e imagen gubernamentales canalizado a los medios que formaran parte del "consenso presidencial". La ambiciosa reforma jurídica que emprendió José López Portillo durante su gestión (1976-1982) para "formular, regular y conducir la política de comunicación social del gobierno federal y las relaciones con los medios masivos" murió el mismo día que él -el presidente de la "abundancia petrolera"- lanzó su invectiva contra Proceso: "No te pago para que me pegues", para justificar un boicot publicitario.

Con Miguel de la Madrid, y especialmente con Carlos Salinas de Gortari, se institucionalizaron las relaciones de control a través de la Coordinación General de Comunicación Social, que comenzó a depender directamente de la Presidencia de la República, y mientras se "privatizaban" medios públicos (Imevisión) o se vendía la Productora e Importadora de Papel (PIPSA), creada en 1935, esquema mediante el cual se reforzó la subordinación de los medios a la figura presidencial.

En su libro Prensa vendida -publicado en pleno sexenio salinista-, Rafael Rodríguez Castañeda, director de Proceso, estableció una ecuación que no se modificó con los gobiernos de la alternancia panista: "De sexenio a sexenio, de presidente a presidente, la situación prevalece: un gobierno que ejerce el autoritarismo prácticamente sin limitaciones; una prensa en su mayoría domesticada, y un público que desconfía por igual de la prensa y el gobierno".

Derroches sexenales

La alternancia panista en la Presidencia de la República no modificó la tendencia al control. Primero a través de Marta Sahagún y luego con sus sucesores Rodolfo Elizondo, Alfonso Durazo y, finalmente, Rubén Agui-lar, el entonces presidente Vicente Fox acordó una relación privilegiada con las grandes televisoras a través del Decretazo de octubre de 2002, y comenzó una política de dispendio en publicidad oficial para convencer al "círculo verde", distinto al "círculo rojo".

Esta tendencia al despilfarro se duplicó con el gobierno de Felipe Calderón y se reprodujo en decenas de gobiernos estatales que...

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