El mes de la patria, mes de la sangre

AutorPatricia Dávila

Con cerca de mil muertos, septiembre es uno de los meses más violentos de este sexenio. Después de declarar a la delincuencia organizada una guerra que no está ganando el país, en su último discurso como presidente de México Felipe Calderón se lanzó contra la postura que mantuvo durante su mandato ante el problema de las drogas. En la 67 sesión de la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el jueves 27, dijo:

"Hoy propongo formalmente que ésta, nuestra Organización de las Naciones Unidas, haga una valoración profunda de los alcances de los límites del actual enfoque prohibicionista en materia de drogas". Explicó que, no obstante, no se debe bajar la guardia:

"Nosotros no lo haremos. No vamos a ceder ni un milímetro a las organizaciones criminales; lo que sí significa es que los países debemos asumir las responsabilidades comunes que tenemos en el problema y que son diferenciadas, de acuerdo al origen y a la capacidad que cada quien tiene.

"Cualquiera que sea ese marco regu-latorio sobre el tema de drogas, todas las naciones, particularmente las economías emergentes como México, están llamadas a implementar una política integral en tres ejes: combate a la criminalidad, para no permitir que se asiente en el territorio como si fuera un Estado nuevo; fortalecer las leyes y las agencias institucionales encargadas de aplicar la ley, además de restaurar el tejido social en educación, salud, trabajo y esparcimiento para los jóvenes."

Primero, diversas organizaciones de la sociedad civil en Ciudad Juárez -que en este sexenio se convirtió en la más violenta del mundo- le insistieron a Calderón que solicitara la intervención de la ONU en el conflicto, que rebasaba con mucho al Estado. Después el activista Javier Sicilia dijo que dicha presencia internacional era necesaria "porque parece que aquí nos van a destrozar entre delincuentes y un Estado omiso". El presidente siempre se negó a aceptar esa necesidad.

Hasta el miércoles 26, tres meses antes de concluir su mandato, el segundo presidente panista pareció recapacitar: "Hoy hago el llamado, porque las naciones tienen, tenemos todos aquí, en la ONU, que asumir esta responsabilidad que no se ha tomado, lo digo sinceramente, conforme a la magnitud e importancia del problema. Porque la mayor causa de homicidios violentos en el mundo la provoca el crimen organizado, y ese es un tema que tiene que abordar Naciones Unidas".

Hasta sostuvo que si los países desarrollados, que consumen toneladas de droga todos los días, no pueden o no quieren reducir el consumo de drogas, deben al menos detener el exorbitante flujo de dinero con el que sus consumidores están financiando la muerte de miles de jóvenes.

Y si eso no se puede -prosiguió Calderón, esa vez sin uniforme militar- es tiempo de explorar alternativas diferentes al propósito jamás logrado de reducir el consumo...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR