México, 1951: Aquel congreso por la autonomía de la lengua

AutorFelipe Garrido

Cuando las posesiones de España en América ganaron su independencia, el dominio político quedó roto. Pero no otras formas de sujeción. Durante los tres siglos anteriores, el español había hecha-do raíces en América, y adquirido diferencias regionales, bajo los efectos de su aislamiento y de las hablas originales. Acabó por ser el idioma materno, natural, propio de cada una de esas repúblicas.

Sin embargo, las formas americanas del español estaban aún sujetas al español peninsular, que se tomaba como modelo.

Hasta entonces, la única corporación dedicada a estudiar, preservar y normar el español -al través de la Gramática, el Diccionario y la Ortografía- había sido la Real Academia Española (RAE), fundada en 1713. Pero conforme las relaciones diplomáticas con las nuevas repúblicas se establecieron, la RAE fue organizando en ellas academias correspondientes. La primera Colombia (1871), siguió Ecuador (1874) y después México (1875); al acabar el siglo XIX eran 19. La RAE se ocupaba del buen decir y escribir, y las demás a elaborar papeletas que proponían la inclusión en el Diccionario de algunos americanismos. Durante 80 años la relación fue siempre bilateral entre la RAE y cada academia.

La primera vez que todas las academias -y los académicos- se reunieron para discutir cómo deberían trabajar fue en México, en 1951. Todas menos una, la RAE, a la cual la dictadura de Franco le prohibió asistir.

En la apertura del Primer Congreso de las Academias de la Lengua Española, el 23 de abril en el Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México, hablaron Miguel Alemán, presidente de la República, el director de la Academia Mexicana, Alejandro Quijano, y el jefe de la delegación colombiana. Alemán pidió mayor reconocimiento para el español de América. Alejandro Quijano aseguró que los congresistas se aplicarían "a procurar que la mente que piensa en español pueda expresarse en buen español." Félix Restrepo aceptó que en el hogar hubiera "ciertas desviaciones de la lengua", pero exigió que en la cátedra, la tribuna, las oficinas y almacenes hubiera una misma forma de pronunciarlo para la península y para el continente.

El cuarto día el escritor mexicano Martín Luis Guzmán propuso que las academias asumieran su autonomía y, todas pares, acordaran un nuevo pacto que incluyera a la RAE. Las reacciones fueron encendidas. El peruano Guillermo Hoyos Osores sostuvo "la natural y legítima primacía de la academia española". Votaron contra Guzmán todas las delegaciones menos cuatro, que pidieron que la propuesta fuera discutida: Guatemala, Panamá, Paraguay y Uruguay. Filipinas se abstuvo. Aunque sus delegaciones habían votado en contra, un chileno y un colombiano, Augusto Iglesias Mascaregno y Germán Arciniegas, emitieron un voto personal a favor de la autonomía.

Guzmán consideraba que la ausencia de la RAE, tras haber aceptado la invitación, no debía dejarse pasar sin protesta.

El asunto era espinoso: La Academia Mexicana dedicó una sesión a discutirlo. Diecisiete de sus miembros votaron contra Guzmán; dos en favor, y uno se abstuvo. José Vasconcelos, a quien se le había agudizado la...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR