El Estado de México soy yo

AutorHéctor Tajonar

Se atribuye a Luis XIV de Francia, la expresión "L'État, c'est moi" (El Estado soy yo), que sintetiza la monarquía absoluta, sin contrapesos, en la que el monarca se identifica con el Estado, al reunir en su persona toda la autoridad de la nación, además de ejercer la soberanía por derecho divino, por lo cual sólo es responsable ante Dios. Muta-tis mutandis, algo similar ha ocurrido con el PRI y los gobernadores surgidos de sus filas en el Estado de México desde hace casi 90 años. Los gobernadores han sido pequeños reyezuelos locales que desde el Ejecutivo estatal han controlado de manera casi absoluta los poderes Legislativo y Judicial, así como a los medios de comunicación de la entidad, tal como lo hacía el presidente de la República en la época dorada del autoritarismo mexicano. En esos años el mandatario en tumo era a los gobernadores lo que Dios a los reyes absolutistas: sólo respondían ante él. Hoy, esa situación se ha reproducido con creces al tener a un presidente oriundo de Atlacomulco.

Daniel Cosío Villegas definió el sistema político mexicano autoritario como "una Monarquía Absoluta Sexenal y Hereditaria por Línea Transversal". Esa definición hecha en 1972 es claramente aplicable al Estado de México. Antes de las elecciones de este domingo 4, el escenario monárquico era patente: Arropado por la capa del PRI, el heredero de la dinastía At-lacomulco-Del Mazo al trono de Toluca se soñaba como Alfredo III, confiado en que el desbordado apoyo graciosamente otorgado por su primo Enrique Peña Nieto en dinero, especie y artimañas -sumado al beneplácito de la autoridad electoral- le asegurarían la anhelada silla.

Si el presidente Peña Nieto podrá seguir diciéndose al espejo "El Estado de México soy yo", lo sabremos con certeza cuando el Instituto Nacional Electoral (INE) dé a conocer los resultados oficiales de los comicios. En ese momento sabremos si la estrategia diseñada desde la Presidencia de la República para implementar una elección de Estado en favor del candidato del PRI logró su cometido. Escribo este texto el 31 de mayo, con la intención de examinar un proceso electoral que, además de prefigurar los comicios presidenciales del año próximo, revela información de gran importancia para medir el grado de madurez de la democracia mexicana, de acuerdo con los criterios que enuncio a continuación.

  1. Fortaleza de las instituciones y las leyes electorales versus la capacidad del gobierno -y demás actores involucrados en la contienda-...

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