México-EU: Los temas pendientes

AutorOlga Pellicer

En primer lugar, hubo una llamada de atención sobre la debilidad de los aspectos institucionales en la conducción de las relaciones exteriores de México. El encuentro en Washington tuvo lugar a través de decisiones puramente personales. No entró en juego un grupo institucional que, entre otras cosas, se ocupara de preparar aspectos formales y de fondo que generalmente acompañan un encuentro presidencial. No existió una agenda bien planeada, no tanto para cuestiones de poca monta, como decidir el horario de los eventos que tendrían lugar, sino para prever lo que se deseaba obtener, el alcance de los documentos que se iban a firmar y, sobre todo, cuáles serían los mecanismos de seguimiento para asegurar que los compromisos establecidos se iban a cumplir.

Desde un ángulo de planeación estratégica, aspectos como definir la lista de empresarios que iban a asistir a la cena ofrecida por Trump hubiese merecido mucha atención. ¿Qué importancia tenía esa lista para los objetivos que se estaban persiguiendo? Al afirmar que el T-MEC es pilar fundamental de la política económica de México ¿qué medidas se están tomando para que tal afirmación sea creíble?

Las preguntas anteriores no inspiraron las decisiones tomadas durante ese encuentro. Fueron otros los objetivos de corto plazo y de imagen los que se persiguieron. En realidad, ni esta vez, ni en ocasiones anteriores (con la excepción de cuando se firmó el TLCAN), el gobierno mexicano ha conceptualizado con claridad lo que espera de su relación con Estados Unidos. Elaborar una estrategia que permita trazar líneas de acción para alcanzar objetivos que correspondan claramente a necesidades económicas y políticas del país es una asignatura pendiente de la política exterior mexicana. No existen los mecanismos (un gabinete de política exterior), los actores (conocedores de Estados Unidos y los vínculos existentes entre los dos países) ni la voluntad política para trabajar en esa dirección.

La carencia de líneas estratégicas no ha debilitado la integración cada día más estrecha entre México y Estados Unidos. La producción compartida crece, el flu-jo de mercancías y personas que cruza la frontera entre los dos países sigue siendo el más intenso del mundo, los trabajadores migrantes siguen desempeñando un papel importante para la economía de ambos países, el envío de droga desde México a Estados Unidos y el trasiego de armas de éste último hacia nuestro país continúan.

Esa relación tan abigarrada y difícil no...

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