México, un Estado mafioso

AutorLuciano Campos Garza

MONTERREY, NL.- México es un Estado mafioso, sostiene la investigadora Beatriz Magaloni Kerpel. Y expone sus argumentos: una parte considerable de los cuerpos policiacos del país está infiltrada por organizaciones criminales y las autoridades ocultan los índices delictivos para evitar que la población se alarme.

Adscrita al Departamento de Ciencias Políticas de la Universidad de Stanford, California, la especialista en temas de seguridad asegura que el Estado mexicano se encuentra atrapado en una espiral de violencia que se recrudeció durante la gestión del panista Felipe Calderón Hinojosa, quien declaró la guerra al narcotráfico.

La estrategia gubernamental para descabezar los cárteles sólo provocó que el crimen organizado se desorganizara, pues la violencia se dispersó. Eso dio origen a grupos pequeños de delincuentes que abarcaron más espacios, comenta Magaloni, quien ha realizado estudios en torno a la violencia y la gobernabilidad en México y Brasil durante siete años.

Cuando se le pregunta sobre la forma en que el gobierno anterior y el de Enrique Peña Nieto abordaron el problema de la criminalidad, Magaloni, quien cursó un doctorado en ciencias políticas en la Universidad de Duke, se excusa: "Faltan estudios concluyentes, con datos duros, sobre la materia".

Sin embargo, habla de las conclusiones de un análisis efectuado por investigadores de la Universidad de Stanford sobre el calderonismo. Según las estadísticas consultadas, dice, con las intervenciones de Calderón, como la captura de líderes y lugartenientes de organizaciones criminales, se dispersó la violencia. "La llegada de Calderón disparó el fenómeno", puntualiza.

Magaloni ha visitado barrios conflicti-vos en el Estado de México y de Jalisco para conocer in situ cómo funcionan las dinámicas sociales perniciosas. En tiempos de Calderón, ella y sus compañeros detectaron que tras la captura de algún capo poderoso se incrementaban las ejecuciones.

Por lo general, eso fue resultado de las pugnas intestinas en un mismo cártel o una forma en que las organizaciones intentaban contrarrestar los ataques de las agrupaciones rivales que les disputaban la hegemonía en algunas plazas.

"Nos concentramos en hombres y mujeres mayores de 39 años, así como en los menores de 15 metidos en el tráfico de drogas. Al final, supimos que había un incremento significativo de muertes tras las intervenciones (de Calderón)", explica.

Y si bien los datos revelaban que ese tipo de violencia duraba alrededor...

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