México en la política exterior de Trump

AutorOlga Pellicer

Desde otro ángulo, miembros de su gabinete ya ratificados -como el canciller, Rex Tillerson, y el general John F. Kelly, de la Agencia de Seguridad Interna- han influido para modificar o matizar declaraciones desafortunadas del magnate, por ejemplo, las que lanzó respecto del alto costo para Estados Unidos del paraguas nuclear sobre Japón, o la imprudente decisión de tener conversaciones con Tai-wán, con lo que rompió la política tradicional de reconocer a una sola China.

La visita del primer ministro japonés, Shinzo Abe, tuvo lugar en un ambiente de enorme cordialidad y no se puso en duda la colaboración en materia de seguridad entre Estados Unidos y Japón. Asimismo, la oficina de la Casa Blanca prometió al chino Xi Jinping que se mantendrá la política de una sola China; según trascendió, ésa fue la condición del dirigente chino para aceptar una llamada telefónica de Trump.

Hay otros cambios significativos, como la posición más crítica respecto de los asentamientos israelíes en territorios ocupados y la actitud más cautelosa sobre la posibilidad de echar por tierra el acuerdo sobre el programa nuclear de Irán. Tales ajustes permitieron que la Institución Brookings, uno de los centros de pensamiento más influyentes de Washington, señale que se transita hacia el conocido cambio entre los pronunciamientos de campaña y la conducción de la política exterior de manera más institucional.

Desafortunadamente, en el caso de México dichos cambios no han tenido lugar. Así se constató durante el encuentro del primer ministro canadiense, el caris-mático Justin Trudeau, y Trump, cuando el último se refirió innecesariamente a los problemas que tiene en la frontera sur.

Diversos motivos explican los obstáculos para avanzar hacia una relación más amable con México. En primer lugar, los compromisos de Trump con su electorado sobre asuntos que conciernen a nuestro país fueron los más numerosos de toda su campaña. Amurallar a Estados Unidos sigue formando parte de su discurso porque responde muy bien a los anhelos del electorado blanco y xenófo-bo que lo llevó al poder. Aunque muchos no lo vemos y quisiéramos que no existiera, un sector numeroso de la sociedad estadunidense anhela un muro que lo separe de México. Esa facción también aborrece el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) porque, según cree, roba empleos y produce un déficit para su país.

Otro motivo que dificulta hacer ajustes positivos en la relación con México es el carácter...

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