México, en Tokyo 2020. El sacrificio, la exitosa estrategia en el beisbol

AutorBeatriz Pereyra

Cuando a Jonathan Jones le tocó tomar su turno al bat, con corredores en primera y segunda base sin out en la décima entrada, intercambió una mirada con el manager Juan Gabriel Castro. A los dos se les vino a la mente la charla que habían tenido unos días atrás cuando el jugador le confesó que batalla lo indecible para ejecutar los toques de sacrificio.

Con la pizarra 2-2 y hombre en segunda, "el librito" del beisbol, que no es otra cosa que la aplicación de la lógica, indicaba que Jones tenía que tocar la bola, sacrificarse para que Noah Perio llegara a la tercera base y ponerlo en posición de anotar la carrera que le daría a la Selección Mexicana de beisbol el inédito pase a unos Juegos Olímpicos. Jones buscó los ojos de Castro, éste asintió con la cabeza. Ya con la seña del toque de bola el pelotero acomodó el cuerpo, puso el bat al frente, pero la pelota se fue a terreno de foul para el primer strike.

Jones sabía que los toques de bola que había estado practicando desde que se confesó con Castro no eran suficientes para que así, de la noche a la mañana, ejecutara una jugada en la que suele fallar. El lanzador derecho Brandon Dickson, de Estados Unidos, sudaba a mares para evitar que avanzaran los corredores. Aún no se reponía de la sacudida que Matt Clark le había dado en la novena entrada, un jonronazo por el jardín central que empató el juego.

Jonathan Jones volvió a cuadrarse para el toque. Volvió a errar. Ya con dos strikes en la cuenta, "el librito" también dice que lo que toca es el bateo libre porque si en un tercer intento la pelota sale defoul el out es automático. Jones había sido el bateador más consistente por México en el Premier 12, el torneo que disputaron las mejores 12 selecciones del mundo por dos pases olímpicos: uno para la región de Asia/Oceanía y otro para América.

El jugador tenía un promedio de bateo altísimo: .367, es decir, de cada 10 veces que tomó un turno al bat casi en cuatro conectó un hit. Tenía seis carreras producidas y tres jonrones. La posibilidad de que con un batazo largo resolviera el juego era amplia.

Desde el dugout, Castro acomodó sus manos como si empuñara un bat. Golpeó un puño sobre el otro un par de ocasiones, señal que en el mundo del beisbol indica bateo libre. Pero eso no lo vio Jones que tenía de espaldas al manager. Lo vieron los peloteros gringos que estaban en el terreno de juego y los millones de espectadores que siguieron la transmisión del duelo entre Estados Unidos y México que disputaban el tercer lugar del Premier 12 y el codiciado boleto olímpico.

"Cuando falló los dos primeros intentos no sabía si dejarle la seña de toque o cambiársela. Dije: 'No voy a dar seña. Ya es decisión de él'. Yo nunca le quité la seña ni le mandé que bateara. AMartín Arzate (uno de los mejores coaches mexicanos para mandar y robar señas) le dije que era la misma. Y a la vez hice ese movimiento con las manos. Jones se quedó con la misma seña y asumió el reto. Cuando lo ejecutó dije: ¡wow! Te das cuenta cómo está pensando el jugador. Sabes que está jugando para el equipo. Sé que tenía esa presión de si no lo hago, me van a caer encima. Fue un alivio para él y de ahí se vino el triunfo", explica Castro.

Con hombres en tercera y en segunda, Efrén Navarro conectó un hit hacia el prado de en medio que dejó a la novena de Estados Unidos tendida en el terreno. México se impuso 3-2. Fue la segunda victoria contra Estados Unidos en el mismo torneo, fue...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR