Microbús / Si te vienen a contar...

...cositas malas de mí/ manda a todos a volar/ y diles que yo no fui. ¿Por qué le rindo este tardío homenaje al llorado carpintero de Guamúchil: Pedro Infante? Pues porque viene al caso después de los violentos sucesos acaecidos el día de ayer 12 de mayo por voluntad y cuenta de los microbuseros. Aquí se impone un deslinde: hay de microbuseros a microbuseros; hay microbuseros teóricos (mi caso) y microbuseros prácticos; los hay cafres (casi todos) y los hay decentes (creo que existimos dos).

Hagamos un poco de historia: la cuestión del transporte urbano, como nos consta a todos, es un turbio asunto que jamás ha quedado resuelto a satisfacción de los ciudadanos (¿pero es que acaso importan los ciudadanos?). Es posible que nunca sepamos si alguien se propuso realmente resolverlo y fracasó, o si de lo que se trata es de que nunca se resuelva, pues los conflictos resultan más rentables; todavía hay una teoría peor; el asunto no tiene solución. Así las cosas, sobre el conflicto que ya es el transporte en la ciudad se monta otro conflicto que tiene que ver con la disputa de territorios y jurisdicciones entre los feroces transportistas mexiquenses (la perra brava en versión automotriz) conocidos como ôlos chimecosö y los propios microbuseros. En principio, hay que aclarar que no hay a cuál irle; ninguno de los dos grupos de transportistas ofrecen limpieza, precaución, higiene y seguridad para los usuarios (¿qué es eso?). Varios cuates míos salen de su casa en el Edodemex con una sola duda: ¿dónde me asaltarán? ¿en el chimeco, en el microbús, o en los dos? Bueno, pues así las cosas, los microbuseros capitalinos decidieron tomar "la justicia" en sus manos y bloquear la entrada de los chimecos a la ciudad. Ya sabrán lo que se armó y ya pueden imaginarse lo que significa que, ante los vacíos de autoridad, comiencen a proliferar en nuestro territorio estos conflictos inter-mafias.

Dada mi absoluta vocación pacifista y mi total convicción de que la única arma legítima que tenemos los humanos para arreglar...

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