Los migrantes, "papas calientes"

AutorAnne Marie Mergier

PARÍS.- Calais y el litoral norteño de Francia son la frontera entre Gran Bretaña y el espacio europeo de libre circulación de Schengen integrado por 26 de los 28 países de la Unión Europea y al cual Londres rehusa integrarse. Desde hace dos décadas los sucesivos gobiernos británicos y franceses multiplican medidas de control y represión para disuadir a los inmigrantes de cruzar esa frontera. En vano.

"Las autoridades políticas de Francia y Gran Bretaña no quieren reconocer que se trata de un paso permanente y les resulta absolutamente imposible cerrarlo, menos aun en el contexto actual de guerras y desórdenes políticos que sacuden a un número creciente de países", asegura a la corresponsal Jean Claude Mas, secretario general de la Cimade, organización francesa defensora de refugiados e inmigrantes fundada hace 75 años.

La primera oleada de inmigrantes deseosos de ir a Inglaterra llegó a Calais a principios de 1999, a raíz de la guerra yugoslava. Ese año el gobierno socialista de Lionel Jospin creó un albergue temporal para ellos en una bodega utilizada durante

Canal de la Mancha. Muro de agua ÍSS la construcción del Eurotúnel, en el pueblo de Sangatte, a 10 kilómetros de Calais, y administrado por la Cruz Roja.

Previsto para alojar a un máximo de 800 personas el albergue acabó hospedando a casi 2 mil. Crecieron las tensiones entre inmigrantes en el refugio, pero también entre inmigrantes y los 4 mil 500 habitantes de Sangatte, mientras Londres presionaba a París para que lo desmantelara.

En 2002 Nicolás Sarkozy, entonces ministro del Interior, ordenó la destrucción del centro y prometió a Londres reforzar los controles migratorios en Calais. A cambio Gran Bretaña admitió a mil 39 inmigrantes en su territorio. En febrero de 2003 ambos países firmaron el Tratado de Touquet que, entre otras medidas, permite que agentes británicos de migración ejerzan controles en todos los puertos franceses del Mar del Norte.

No disminuyó la llegada de los inmigrantes.

En 2009 Francia y Gran Bretaña intensificaron su colaboración: Londres tomó a su cargo los gastos de compra y mantenimiento de los sistemas de control de alta tecnología instalados en Calais y ambos gobiernos se comprometieron otra vez a endurecer sus políticas de expulsión de indocumentados.

Pero siguieron llegando inmigrantes.

Las ONG -entre ellas Amnistía Internacional- denunciaron esos acuerdos que agudizaban la vulnerabilidad de los inmigrantes.

Como explica Mas, varios motivos llevan a...

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