Mnemotecnias

AutorSamuel Maynez Champion

Queipo de Llano tuvo una formación com-posicional autodidacta, después de haber estudiado órgano, clavecín y bajo continuo en el Conservatorio Profesional de Madrid. A él se deben, entre otras relevantes contribuciones, la primera monografía vivaldiana en castellano (El furor del Prete Rosso. La música instrumental de Antonio Vivaldi), amén de una serie de reconstrucciones de obras truncas del cura veneciano.(1) Su obra musical apela al barroco tardío -es autor de más de 60 fugas y de una decena de concerti Grossi-(2) mediante el riguroso empleo de las técnicas contrapuntísticas de la época y es responsable del proyecto didáctico on Une Fugue Forum que tiene por objeto la enseñanza de la fuga. Asimismo, es miembro de diversas sociedades internacionales -Vox Saeculorum y The Delian Society, entre otras-que abogan por la reivindicación del lenguaje tonal como corriente de plena vigencia en el arte musical contemporáneo.

Pues bien, la primera proeza que Queipo de Llano acometió fue la de requerirle por escrito a la concurrencia una cifra numérica de más de veinte dígitos; digamos algo así como: 573495360712192505816269, que cuenta con veinticuatro. Con el chorizo de números en su mano, procedió a captarlos con una concentración absoluta y, al cabo de no más de un par de minutos, devolvió el papel a quien elaboró la cifra. Hecho eso, ante la incrédula expectación de los presentes, recitó uno a uno los números, sin falla alguna.

Y volvió a hacerlo con diversas propuestas de la misma índole, alcanzando inclusive números superiores a los treinta dígitos, a lo que ya no hubo duda de la capacidad sobrehumana que lo asistía. Además, contó, podía retener sin problema números de pasaporte, fechas de cumpleaños, placas de automóvil y todos los números de teléfono que requería en su vida cotidiana. Fue entonces, ya en charla informal, cuando accedió a revelar su secreto. Era éste producto de otra proeza de memorización, que había surgido como parte de su trabajo de investigación para la escritura del libro sobre Vivaldi. Queipo de Llano relató que se había aprendido, con lujo de paciencia y devoción, todas las entradas del catálogo temáti-co-numérico que elaboró el musicólogo danés Peter Ryom para el ordenamiento del corpus vivaldiano. Además, había repetido otra hazaña paralela al volverse capaz de reconocer con la escucha de unos cuantos compases, cualquiera de las obras en cuestión. Con tremendo bagaje en su haber, huelga explicarlo, la labor...

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