Momentos excepcionales: Bernstein, Maazel, Quintanar, Mata

AutorFederico Álvarez Del Toro

Leonard Bernstein (1918-1990) agitó la batuta sobre un atril para detener el primer movimiento de la Quinta sinfonía de Beethoven, una obra que la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México (OFCM) había tocado infinidad de veces con otros directores.

Bajó del podio y se abrió paso entre las filas centrales de los músicos. Un silencio sepulcral se hizo entre espectadores invitados y ejecutantes. ¿Hacia dónde iba el maestro? Al fin, localizó la punta rota de su batuta que había salido proyectada volátilmente al impactarse con su atril. La recogió y se la llevó al trompetista; la orquesta festejó el gesto y estalló en carcajadas.

¿Qué había sucedido en el ensayo? El maestro había golpeado su batuta en el atril para interrumpir el ensayo, yaque la trompeta había falseado una nota fuera de tiempo.

Este detalle de humor para corregir a un ejecutante, habla de la caballerosidad y temple del considerado, junto a Arturo Toscani-ni (1867-1957), el más experto interprete de la música del compositor alemán.

La partitura de Beethoven y el propio Bernstein eran ya una sola unidad a esas alturas; él conocía como nadie cada nota, matiz, tempo e intencionalidad. Era reverenciado como el director especialista en Beethoven y una leyenda viviente. Bajo de estatura, en el podio era un gigante.

Sus programas de televisión en Nueva York mostraban el conocimiento que el maestro compartía con el público masivo sobre el carácter, matiz, intencionalidad y significado de cada frase, que él iba señalando con una luz.

Cualquiera que haya analizado las partituras beethovenianas sabe bien que, ante todo, el compositor era un arquitecto capaz de estructurar toda una obra sobre un motivo temático, aunque fuera de sólo cuatro notas, como en el caso de la Quinta sinfonía. Esta obra es el más claro ejemplo de cómo una célula rítmica puede generar y desarrollarse hasta constituir su propio universo, prescindiendo temporalmente del virtuosismo melódico -característico, por ejemplo, en MozartyTchaikovski, quienes fluían su discurso con el exquisito desenvolvimiento de las frases melódicas.

La contundencia del maestro de Bonn para establecer su poderío con austeros elementos es uno de los aspectos más admirados de su genialidad, como el segundo movimiento de la Séptima: a base de una negra y dos corcheas en bajos y percusiones, plantea una abstracción emocional que camina lentamente, entretejiendo un contrapunto con cuerdas y flautas para llegar a un clímax contenido.

El...

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