La muerte más lamentable del arte

AutorRaúl Díaz

La imagen quedó grabada en millones de hombres y mujeres que, en los años ochenta del siglo pasado, vieron Amadeus, la famosa película de Milos Forman que dio la vuelta al mundo y, una vez más, puso sobre la mesa la interrogante de qué fue lo que ocasionó la muerte del más grande genio musical que haya conocido la humanidad, Wolfgang Amadeus Mozart.

La película, cuyo antecedente es la versión teatral del mismo Forman y otra del poeta ruso Alexander Pushkin, cuenta que quien recibió el encargo fue el mismísimo Mozart -ya gravemente enfermo-; y el embozado, un enviado de un aristócrata con pretensiones de compositor que encargaba obras para presentarlas con su nombre, y la misa de difuntos se tocaría en las exequias de su esposa, también muy enferma.

La película nos dice también que el genio de Salzburgo había sido envenenado por su rival musical, Antonio Salieri, desplazado de los favores de la corte que prefería la música de Mozart. La versión de esa rivalidad y el envenenamiento se extendieron tanto o más que la película. El tiempo, las investigaciones serias y la ciencia se han encargado de desmontar tales supuestos. Salieri respetaba y admiraba a Mozart y, por supuesto, jamás lo envenenó.

Doscientos veintinueve años después y a miles de kilómetros de Viena (donde Mozart falleció el 5 de diciembre de 1791), en la Ciudad de México el doctor Adolfo Martínez Palomo, miembro de El Colegio Nacional, nos regala una interesantísima conferencia-concierto para recalcarnos que el genio no fue envenenado y que muchas más otras causas pudieron ocasionar su...

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