Los muertos

AutorFabrizio Mejía Madrid

En México algunos medios han ido mucho más allá: no sólo aseguran que hay más muertos, sino que se ocultan. Una operación para esconder cadávares de proporciones bíblicas, que incluiría la complicidad de autoridades estatales, enfermeras, médicos, forenses, matemáticos, funerarias, cementerios. Curiosamente los que claman por ese tipo de encubrimiento jamás reclamaron por los números precisos de muertos durante la guerra de Calderón a favor del Cártel de Sinaloa y, en cambio, la alentaron con crueldad o, al menos, con menosprecio por la vida de los "daños colaterales". Los medios extranjeros alientan la confusión entre subregistro y ocultamiento porque su más reciente referencia del país fue Pedro Páramo. Ah, qué mexicanos, ni ellos mismos saben que ya están muertos. Basta ver cómo ilustran sus reportajes: un hombre hincado ante una virgen de Guadalupe o una señora vendiendo amuletos y veladoras.

En uno de sus libros más logrados (Ver. Cosas vistas, no vistas y mal vistas, FCE, 2010), el médico Francisco González Cussí nos señala la etimología francesa de la apalabra morgue: "mirar fijamente". Luego nos lleva por un recorrido al lado de las novelas de Emile Zolá en las que uno de los espectáculos más populares de París era ir a ver cadáveres expuestos tras las vitrinas, acostados en mesas de autopsias, justo atrás de No-tre Dame. Afuera se vendían dulces, pan de jengibre, muñecas, y armados con eso, niños, señoras, adolescentes, dibujantes, aficionados al crimen, iban a ver las puestas en escena. Escribe González Cussí: "Se vestía a los cadáveres de niños con trajes pintorescos y los sentaban en sillas, no los colocaban en las mesas de autopsias, para que el público pudiera verlos mejor. Cuando aparecían los efectos de la descomposición, se usaban cosméticos para 'disimular' el daño. En un caso particularmente aterrador la cabeza de una mujer, víctima de homicidio, comenzó a descomponerse y se contrató a un escultor de cera para que la copiara. La réplica siguió atrayendo a multitudes". Después, cita un pasaje de Zolá en el que los cuerpos de las mujeres muertas excitan a un grupo de adolescentes que tienen ahí, en ese momento, su primer encuentro con el deseo sexual.

¿Qué entraña esa visión de los muertos? Escribe el doctor: "La última transformación hace más que transformar, no confiere de ningún modo alguna forma: es un salto abrupto e imponente de todo a nada; una fugacidad inexpresable e incomprensible, en la cual lo que fue antes no...

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