Japón en la Muestra

AutorJavier Betancourt

Desde sus primeros trabajos: Maborosi (1995), After Life (1998), Kore-eda mostró aptitud para contar historias rebuscadas con una sencillez capaz de convertir una situación imposible, lo que ocurre después de la muerte, por ejemplo, en meditación espontánea sobre el amor y el sentido de la vida.

La anécdota de De tal padre, tal hijo: Una pareja que ha creado a un hijo por seis años y descubre que los bebés fueron cambiados en el hospital y por lo tanto el hijo verdadero ha crecido con otros padres, se prestaría a demasiadas complicaciones y giros de tuerca. Aunque la serie de paralelismos, contrastes y juegos de opuestos divierten con sus mal entendidos y destapes, la dinámica de reflejos y antítesis sociales y psicológicos es clara, incluso predecible: una familia acomodada pero poco feliz contra otra menos favorecida pero boyante y sana.

Kore-eda, sin embargo, prefiere explorar el efecto del embrollo sobre la vida interior de sus personajes; sobre todo la de Ryota Nonomiya (el cantante y compositor Masaharu Fukuyama), prototipo de ejecutivo moderno de la sociedad japonesa obsesionado por el éxito económico, para quien paternidad significa entrenar al hijo desde pequeño para cumplir con sus expectativas, sin importar que la vida i emocional quede ¦ congelada. El con-I traste está a cargo de Yudai (el novelista Franky Lily), bonachón mil usos, imagen poco aceptable del hombre en la sociedad ' japonesa, con quien el hijo biológico de Ryota ha crecido aprendiendo a volar papalotes. No hay duda de cuál es el estilo de vida que De tal padre...

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