Mujeres del 68

AutorAlberto Híjar Serrano

"Memorias femeninas que recogen ese pasado que se niega a reposar” es frase introductoria de Susana Cato a su libro Ellas, las mujeres del 68 (Ediciones Proceso, 2019). Entre las entrevistadas hay mayoría de abogadas, científicas, artistas, maestras, doctoras en disciplinas diversas, todas en activo.

Figura también Marta Arias Carrera, cultora de belleza, que a raíz de la masacre del 2 de octubre procura caminar bajo la cornisa para librarse de los muertos aventados desde arriba. Le disgustan los visitantes morbosos que "preguntan sin ton ni son" a cambio de ignorar la memoria del cuerpo que la inquieta: "¿Hay manera de limpiar la plaza tantas veces manchada de sangre?", se pregunta. Su memoria conserva cadáveres y heridos amontonados por los soldados en camiones y ambulancias rumbo a su desaparición. De aquí Jaime Sabines: "Habría que lavar no sólo el piso, (sino) la memoria", repite con su esposo con quien medita para concentrar la energía necesaria para sobrevivir.

De las veteranas reconocidas por su activismo eficiente para lograr la presentación de Luis Echeverría para responder los cargos del Comité del 68, está Ana Ignacia Rodríguez, la legendaria Nacha con su testimonio de título elocuente: "No me arrepiento de nada". Su nota biográfica incorpora un cuarteto del corrido compuesto por Arturo Altamirano: "En meroTaxco, Guerrero, nació el 26 de julio, esa fecha, considero, era presagio y augurio", y cómo no, si la historia fácil por inmediatista propone como causa inicial del Movimiento del 68 a la represión de la marcha celebrante de la Revolución cubana comandada por el Movimiento 26 de julio en homenaje a la fecha del Asalto al Cuartel Moneada en 1953, cuando pareció que todo terminaba en derrota.

La narración de las entrevistas da a entender lo común construido sobre la marcha a partir de situaciones de vida diversas hasta construir la decisión sintetizada por La Nacha en un verso cantado por Edith Piaf, la cantante emblemática del existencialis-mo francés: "No me arrepiento de nada" con todo y la memoria de la cárcel, los maltratos, la persecución, el susto por la sentencia de 75 años de encierro, soportable gracias a la resistencia construida en las celdas de Santa Martha Acatitla, en las visitas con el inesperado amor luego concretado en las hijas con nombres necesarios: Tania por la guerrillera Támara Bunke y Mercedes por la hermana fiel.

Resistencia, dignidad amorosa y justicia, arman una dialéctica invencible y tan material...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR