"Mulan", el disparate

AutorJavier Betancourt

Entretanto, ocurrió el MeToo y demás movimientos contra los estereotipos femeninos, y así la historia de la legendaria heroína china, basada en la antigua balada, venía como anillo al dedo, o por lo menos eso les pareció a los productores.

La historia recurre a la leyenda de Mulan, que combina aspectos de la moral confucionista -valores familiares, respeto al padre y lealtad total al emperador-, con una ruptura total del código patriarcal cuando una joven entrenada en las artes marciales se disfraza, tal la Monja Alférez, de guerrera, y lucha contra los rebeldes para salvar al emperador. Mulan (Estados Unidos, 2019) enfatiza el conflicto de base, la deshonra para el ejército por tener en sus filas a una mujer, y el extraordinario valor y dotes militares de esta hija de familia.

Disney quiso hacer su tarea lo mejor que pudo, contrató a un equipo de guionistas, diseñadores, expertos en cultura china, se organizó un reparto de actores, todos chinos o de origen chino, estrellas -probadas y conocidas por Hollywood, como Jet Li (el emperador), por desgracia ya muy enfermo para mostrar su talento en el arte de wuxian, o a veteranos como Donnie Yen-; único riesgo es la protagonista misma, la sino-americana Liu Yifei.

La dirección tenía, de acuerdo con la mercadotecnia, que quedar a cargo de una mujer, pero una cosa es que una mujer haga cine porque tiene algo que decir, y otra que la elijan sólo para llenar el requisito de género; Niki Caro hizo lo que pudo, pero pudo poco.

Dos golpes han resultado durísimos para esta superproducción de 200 millones de dólares (la más cara de Disney): la pandemia...

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