El mundo de la infancia sin destino

AutorJulio Scherer García

El crimen devora a los adolescentes. Hay muchos encerrados, pero hay más fuera de prisión. He leído que a los menores internos los inclina malévolamente el instinto oscuro de matar por matar. Para ellos la vida es una abstracción; la muerte, un dato de la realidad. En ellos no hay agravios mayores, no hay venganzas. En sus vidas la ignorancia es la única nada que poseen. No son como los adultos, que asesinan por pasiones amorosas, por pendencias irrefrenables, por el negocio de la droga. Pero los adolescentes, a la zaga, aprenden.

En los documentos que conocí y en las conversaciones a las que tuve acceso, leí y escuché que los adolescentes proceden de familias desintegradas, con padres y padrastros violadores, con madres prostitutas que alquilan su cuerpo por placer, por hastío o por hambre. La ostentación que se mira en la calle y se exhibe en la tele, los degrada. En el círculo de sus inmensas carencias, inaccesible el trabajo y el estudio para ellos, su pobreza es su riqueza, no tienen manera de enfrentarla. Simplemente, matar el tiempo, matar la existencia. Reviso los legajos que tengo en mis manos. Muchos jóvenes delinquen desde los 12 o 13 años, remota aún la mayoría de edad, o a los 17, a punto de adquirir su plena responsabilidad ante la ley. Sin un hogar que los apoye, no tienen un lugar donde resguardarse. Aun en libertad, transitan por la época de los tragos baratos, la mariguana, los inhalantes. Estarán cerca la cocaína y las combinaciones tóxicas que nublan la razón. Saben que vivirán poco, pero es el precio que les gusta pagar. "Poco tiempo pero a gusto", dicen.

En los papeles que leí acerca de Erick Gutiérrez Hernández: nació el 11 de abril de 1994. Tiene 17 años y ya es reo por homicidio calificado. Ingresó a reclusión el 3 de septiembre de 2011. Erick pertenece a una familia desintegrada de bajos recursos, a la sombra de su madre. Su padre y tres de sus tíos se encuentran encarcelados en el Reclusorio Sur.

Según los criterios de psicólogos y especialistas que se ocuparon de su caso, este muchacho fue diagnosticado con dependencia a múltiples sustancias tóxicas y trastorno de la personalidad.

Erick se emborrachaba con sus amigos. Uno de ellos le reprochó que llevara droga consigo, lo cual le molestó tanto al grado de responder a la llamada de atención con golpes. Como la situación no le era ventajosa, los otros amigos lo ayudaron hasta dejar inconsciente al desventurado sujeto, a quien posteriormente subieron a una camioneta y tiraron en el kilómetro 41.5 de la carretera Xochimilco-Oaxtepec.

Ya en el suelo, para asegurarse de que estaba muerto, lo golpearon en el pecho y en el cuello con un "talacho", una especie de zapapico utilizado en albañilería.

En los casos de los crímenes que conocí no siempre están presentes las drogas y el alcohol. Sí tienen un gran peso en la oscuridad del mundo infantil, pero existen casos que van más allá de cualquier explicación. Hay muchos ejemplos sobresalientes de madres prematuras que no conocieron la droga ni el alcohol.

De los niños y los adolescentes...

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