Musas

AutorFabrizio Mejía Madrid

Leo en el suplemento literario del Times sobre las exposiciones en torno a las modelos de los pintores -tanto en Nueva York como en París-, como una reivindicación de las mujeres reales detrás de un término patriarcal: "musa". La palabra, que viene de un mundo ya casi inexistente de artistas geniales y varones, que crean de la nada tocados por una inspiración, alude a un objeto del deseo frustrante por irrepresentable. Ahora esas mujeres cuya única función fue "inspirar" comienzan a tener nombre, historia y desenlaces casi siempre trágicos. No son más representaciones del deseo masculino sino personas casi anónimas que vivieron bajo la losa de su género y raza.

El caso más emblemático sobre este viraje en la forma en que le ponemos o no atención a una pintura se dio durante las conmemoraciones en torno a la pintura de Édouard Manet, Olympia, de 1863. Como recordará usted, la pintura retrata a una mujer blanca acostada y desnuda -a la que se le llama "cortesana"- y a una criada negra que le enseña una almohada bordada con flores. Sabemos casi todo sobre Olympia y escasamente un nombre de pila para la mujer negra: Laure. Por los aretes, quizás se trate de una criada traída a París desde Haití o Guyana, pero su vida conocida termina en un cuarto de alquiler en el número 11 de la rué Vintimille del distrito noveno de París. No sabemos si su oficio era el de niñera, pero así la retrata Manet en Niños en el jardín de las Tullerías. Dice el catálogo de la exposición: "A Laure se le mira siempre con una mascada en la cabeza porque las mujeres de las colonias tenían prohibido usar sombreros". Manet también pintó a otra "musa", la de Baudelai-re, de la que conocemos el nombre -Jeanne Duval- "reclinada" en una cama, ahogándose en los pliegues de su vestido blanco y con un abanico. Lo que oculta el cuadro es que Jeanne había sufrido una embolia y estaba paralizada del lado derecho y la ceguera de uno de sus ojos no tardaría en afectarle el izquierdo. También encubre que es una mulata de Santo Domingo con la que el poeta convivió más de dos décadas. No me interesa hacer notar el encubrimiento de la mezcla racial o de su condición de "colonizada", sino simplemente el silencio en torno a su cuerpo enfermo. Las "musas" son eternamente jóvenes.

Otro caso es el de Alma Mahler, la "inspiración" del músico Gustav, del pintor Os-kar Kokoschka, del escritor Franz Werfel y del arquitecto Walter Gropius. Este último merece este año una serie de la televisión...

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