Música en cuarentena (IV)

AutorSamuel Máynez Champion

Así pues, hablar de timbre musical significa referirnos a su "color" sonoro. Por tanto, el timbre hace a la música exactamente lo que el color a la pintura. Sobra decir que es un elemento tan vasto, que las exploraciones sobre su naturaleza tienen una calidad de infinitud que estamos lejos siquiera de imaginar, de ahí su perenne embeleso. Asimismo, huelga aclarar que la facultad para distinguir las diferencias en los timbres sonoros es innata en el ser humano -la sordera tímbrica es bastante rara-, aunque existen variantes tímbricas tan sutiles que son bastante imperceptibles para la mayoría, incluso, a muchos músicos profesionales también les representan un problema. Puede ser el caso de advertir la diferencia entre un clarinete en si bemol y un clarinete bajo, o entre un oboe y un corno inglés. Como quiera que sea, en lo que respecta al timbre, sugerimos que se tengan presentes dos objetivos en aras de su degustación plena. 1) Desarrollar la conciencia auditiva sobre los diferentes instrumentos musicales,

A la memoria del inmenso violonchelista Lynn Harrell (1944-2020) con sus propias especificidades sonoras. 2) Tratar de entender los propósitos expresivos de los creadores a la hora de elegir un instrumento, o un grupo de instrumentos, en lugar de otros. Haciendo historia, digamos que la aparición de la inmensa gama de timbres sonoros fue muy gradual y que ésta comprende tres etapas ineludibles. La primera tiene que ver con la invención del instrumento, la segunda con su desarrollo evolutivo y la tercera con la maestría que los ejecutantes han adquirido para la exhaustiva explotación de sus recursos tímbricos, que también son sus recursos técnicos. Naturalmente, en esta forzosa tríada se manifiesta la fascinante gesta de todos los instrumentos musicales que conocemos, de manera que es innecesario que abundemos. Es obvio que cada instrumento tiene limitaciones y que cada compositor e instrumentador han de conocerlas a la perfección. Tienen que ver con el rango sonoro y con las combinaciones de notas que pueden ser emitidas. Tampoco es menester que nos extendamos en este tópico, en cambio sí podemos mencionar las combinaciones más frecuentes de las que los compositores han echado mano para crear sus inmateriales criaturas.

Una de las combinaciones más felices y la que por lo general les impone el mayor respeto a la hora de la creación, es la del cuarteto de cuerdas. Vale que repitamos su configuración: dos violines, una viola y un...

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