La música en cuarentena (yV)

AutorSamuel Máynez Champion

En cuanto al criterio de selección es necesario decir que, obviamente, no "están todos los que son" y que no "son todos los que están", amén de que no emana de un criterio unilateral, sino de un consenso entre los investigadores, musicólogos, melómanos y adeptos, a quienes esta columna consultó.(1)

Otro modo de entender, o de justificar, la forzosa arbitrariedad que entraña toda selección, es que se trata de ofrecer un banquete sonoro -en los lenguajes tonales más accesibles para el escucha- que, asimismo, represente un viaje en el tiempo, abarcando más de tres centurias. Arranca a mediados del siglo XVII y concluye con obras de compositores activos. Podría cuestionarse porqué no hay músicas del siglo XVI y la respuesta es que sí la hubo, mas en su gran mayoría no fue compuesta por creadores nativos, sino por los peninsulares que venían a ocupar los maestrazgos de capilla, ya que, con pocas excepciones, lo que se compuso en esa época tenía fines de catequesis. De esta aseveración se desprende que hemos dejado de lado la música "del vulgo" y "popular" por aquella que es de concierto y que se enseña en los conservatorios y las facultades de música. Nos habría gustado ser más "incluyentes", pero la cantidad restringida para la cuarentena lo impidió.

De la misma manera, puede objetarse por qué no figuran las obras más socorridas de nuestra literatura musical, como el Huapango de José Pablo Moncayo, y la respuesta radica en que se optó en consignar obras enteramente originales y que, a pesar de provenir de las formas musicales que importó Europa, son propositivas y pioneras dentro de nuestras fronteras. También podrá inquirírsenos, con respecto a esto último, por qué nos atrevemos a decir que el célebre Huapango no es "original"; pues, simplemente, por el hecho de que los temas son sones tradicionales que Moncayo orquestó, eso sí, de una manera magistral; además de que el propio compositor nunca lo consideró como su mejor composición.

También es menester aclarar que el delicado asunto de la inequidad de género volvió a aposentarse, inexcusable, en la lista, y que no pudimos hacer mucho para contravenirla. Sólo aparecen cinco mujeres, contra 35 hombres, y si somos honestos, la cantidad es generosa para retratar la invisibilidad en que han estado sumidas desde siempre las compositoras.

Huelga decir que por cuestión de espacio han de soslayarse las menciones de índole musicoló-gica para explicar los motivos que suscitaron la inclusión específica...

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