El músico García Barrios y Chernóbil

AutorJudith Amador Tello y Niza Rivera

Durante años, por un convenio bilateral de intercambio educativo y cultural suscrito con México, la ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) ofreció a los estudiantes mexicanos cientos de becas para estudiar en sus reconocidas universidades lo que quisiesen: ingenierías, economía, ciencias sociales, artes.

Muchos iban tras el sueño del "comunismo real", otros para aprovechar la oportunidad de una formación profesional gratuita y sin carencias, otros más por el reconocido sistema educativo del imperio. Uno de aquellos jóvenes que se lanzó a los agrestes territorios de duros inviernos y un sistema político, económico y social totalmente diferente al mexicano, si bien no desconocido, fue el director de orquesta Eduardo García Barrios, coordinador del Sistema Nacional Fomento Musical, quien llegó a Moscú en 1982 a estudiar dirección orquestal en el Conservatorio Tchaikovs-ky de Moscú.

Y si bien le tocó vivir en sus primeros años un régimen poderoso y afianzado, encabezado aún por Leonid Illich Brézhnev, presidente de la URSS desde 1964 hasta su muerte en noviembre de 1982, fue también testigo privilegiado de una rápida transición que comenzó con la muerte del líder y terminó con la caída del imperio socialista, coprotagonista con el imperio capitalista estadunidense de la llamada Guerra Fría. Literalmente vio la caída del sistema, con la muerte de los últimos líderes del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), y la llegada de Mijaíl Gorbachov con la Glás-nost y la Perestroika.

Más aún, le tocó vivir y ser parte de la indignación que hubo en Moscú tras el accidente de Chernóbil, donde el 26 de abril de 1986 explotó la central nuclear Vladi-mir Ilich Lenin, el suceso que motivó el libro Voces de Chernóbil. Crónica del futuro, de la escritora bielorrusa Svetlana Alexié-vich, quien recibió el Premio Nobel de Literatura el pasado 10 de diciembre en una ceremonia en Suecia.

El libro recupera los testimonios de las víctimas del desastre nuclear, cómo les cambió la vida cuando tuvieron que salir de sus casas, abandonar sus pertenencias, y cómo los miraban en otras ciudades, bastaba que dijeran la palabra Chernóbil para que todos voltearan a verlos (Proceso, 2032):

"No perdimos una ciudad, sino toda una vida", cuenta una de las víctimas.

Tres gobiernos

En sus oficinas de Fomento Musical en la colonia Guerrero, García Barrios rememora el suceso en entrevista con Proceso. Como estudiante extranjero no le cambio la vida -admite-, pero tampoco a los moscovitas en general pues Chernóbil queda muy lejos de la capital rusa (cerca de mil kilómetros).

Tras unos minutos de reflexión se ubica en el pasado: Cuando ocurrió el accidente, en 1986, había pasado ya el 27 Congreso del PCUS en Moscú (fue entre el 25 de febrero y el 6 de marzo de ese mismo año). Y es ahí donde comienza a hablarse de la Glásnost y la Perestroika:

"Yo llego como estudiante a Moscú en 1982, cuando Brézhnev...

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