Músico y Nigromante

AutorSamuel Máynez Champion

Á tono con las celebraciones -que nunca serán suficientes- por el segundo centenario del natalicio del inmarcesible Juan Ignacio Paulino Ramírez Calzada (1818-1879), esta columna se alegra de contribuir iluminando una de sus múltiples y asombrosas facetas que no ha sido exhibida ni aquilatada con la debida propiedad. Mas para entrar en materia son de citar las palabras que Guillermo Prieto coligió en las Memo-rias de mis tiempos:

"Yo, para hablar de Ignacio Ramírez necesito purificar mis labios, sacudir de mi sandalia el polvo de la musa callejera, y levantar mi espíritu a las alturas en que se conservan vivos los esplendores de Dios, los astros y los genios."

Efectivamente, el panegírico de Prieto apenas alcanza para exaltar las dotes intelectuales y las virtudes humanas del inigualable guana-juatense -vio la luz en San Miguel el Grande, hoy San Miguel Allende- que empeñó la existencia en la consecución de sus ideales, supeditándolos siempre a los intereses de los eternos marginados y a la consolidación de una patria más justa. No estaríamos errados en declarar que la figura de Ramírez enmarca los atributos del héroe, puesto que el apego que le demostró a sus principios fue inquebrantable hasta lo inverosímil. Tanto, que no hubo torturas, excomuniones ni encarcelamientos que lo doblegaran en su afán por sacar a la nación de su atraso, ni hubo barrera que no franqueara su compromiso hacia las causas más nobles.

Cuando se invoca su nombre, debemos hacer una tentativa para recobrar la lucidez con que se enfrentó a las sinrazones de su tiempo -no muy lejanas de las que seguimos padeciendo en el nuestro-, amén de volver a alentar la esperanza, basada en su huella y su inmaculada biografía, frente al porvenir de nuestro país. Recordarlo constituye un ejercicio indispensable de memoria cívica, que es actual y de una renovada vigencia, especialmente ahora que el Movimiento de Regeneración Nacional ha desbancado a la deshonesta y criminal partidocracia, hermana gemela de la "mafia del poder" que, también en su época, al mismo don Ignacio le tocó combatir.

Pero, ¿por dónde se empieza para hablar de las abundantes ramificaciones que la vida del prócer liberal modeló en la conciencia patria? Asentar que fue jurista, historiador, filólogo, naturalista, político, pedagogo, dramaturgo, lingüista, antropólogo, poeta, periodista, arquitecto, pintor, defensor de las garantías individuales, precursor de la igualdad de género y visionario sería reduc-tivo...

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