Músicos: los primeros en caer...

AutorSamuel Máynez Champion

No sobraría, entonces, repasar los hechos, por incompletos que sean, especialmente por la conexión que existe con el cometido de esta columna; al fin y al cabo, reflexionar sobre nuestra historia nunca es esfuerzo estéril, tanto menos cuando el cruento choque de culturas del que emana nuestro mestizaje sigue todavía sin digerirse a cabalidad.

Hablando del desconocimiento del día exacto en que ocurrió la masacre de nobles mexicas dentro del centro ceremonial de Tenochtitlán, enfrentamos divergencias. Lo que es incuestionable es que ocurrió dentro del quinto mes indígena, llamado Tóxcatl, y que éste, en cuanto a la veintena de la que estaba compuesto, avenía, aproximadamente, en el mes de mayo del calendario gregoriano(1). Se habla, pues, de fechas que difieren mucho, mas los últimos estudiosos de los calendarios mesoamericanos sitúan la veintena entre el 3 y el 23 de mayo, y la matanza, más o menos, entre el 19 y el 22(2).

Sobre la festividad en sí, hemos de resumirla indicando que se trataba del pedimento de lluvias y de reiterar la adoración a Tezcatlipoca, principal regidor de los destinos humanos, y a Huizilopóchtli, deidad tutelar del pueblo mexi-ca. El nombre mismo lo corrobora: Tóxcatl se traduce como "cosa seca" o "sequedad y falta de agua".

Asimismo, sabemos de su importancia para el indígena del Anáhuac. Bernardino de Sahagún la describió como la "Principal de todas las fiestas" y Diego Durán la citó como "una de las más célebres y aventajadas". Como quiera que haya sido, su ritual ofrece un retrato nítido del fervor religioso indígena, fervor de una eminente teatralidad y de una fastuosidad inmensa (20 días con ayunos, bailes, cantos, ofrendas, sacrificios, banquetes y la participación del alto mando de la Triple Alianza, sobre todo del tlahtoani, quien debía, en los últimos días, cederle el poder al esclavo que había representado a Tezcatlipoca, o dios del "espejo humeante". En la columna "Las flautas de Tezcatlipoca" (Proceso 2156), hemos descrito con detalle su decurso, por tanto, podemos proseguir hacia lo medular del asunto.

Remontémonos al 8 de noviembre del año Ce ácatl (Uno caña o 1519), día del fatídico encuentro entre Motecuhzoma II y Hernán Cortés en las inmediaciones de Tenochtitlán (sobre el lugar exacto tampoco hay una certeza absoluta)(3). Antes de esa fecha, el mandatario tenochca había intentado disuadir al contingente invasor de que se aproximara a la urbe lacustre y sólo había conseguido atizar su curiosidad y...

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